— Buenos días, me dijeron que aquí encontraría a mi mentora. — dice una chica alta, pelinegra. Parece modelo.
No pregunten el porqué, pero cada que veo a una persona nueva (Bueno, no con todas las personas que veo, solo algunas), en mi cabeza se empieza a reproducir una canción diferente. Es como si la canción describiera a la persona o tan solo el ritmo, muchas veces la letra no tiene nada que ver.
Esto no solo me pasa con las personas, a veces son en momentos de mi vida. Es como si fuera una película en mi cabeza.
Para ella la canción elegida fue: Me too - Meghan Trainor.
La secretaria del director me señala y ella se acerca a mí. — Hola, soy Samantha Anders. — sonriente me ofrece su mano y le acepto el saludo. — Me gusta tu chaqueta, ¿es de cuero?
— Sí, cuero falso. — digo quitándome los audífonos. — Soy Noah Alexander.
— Lo sé. — frunzo el ceño confundida. — Me lo dijo la secretaria. — dice nerviosa y asiento ignorando su nerviosismo.
— Bueno, vamos. — ella me toma del brazo, como si fuéramos amigas de toda la vida, y la miro un poco extrañada. — Empecemos por el gimnasio/cancha de básquet.
— Uh, dime que hay chicos lindos en el equipo. — ¿A quién le importa los chicos? — Me gustan los deportistas.
— Ok... — Veo a lo lejos a Daniel y a Walter acercándose. — Esos dos que se están acercando...
— Ajá... — me interrumpe. — El castaño es lindo. — le sonríe.
— Ese es el más idiota. — digo mirándola confundida. Por favor, no me hagas alejarme de ti, apenas te acabo de conocer. — Bueno, tú tienes tu propio juicio y puedes juzgar a las personas desde tu punto de vista. Así que...
— ¿Quién es tu amiga, Noé? — pregunta Daniel. Me cruzo de brazos y me alejo de Samantha. — Por cierto, no me tienes nada contento por lo de ayer. — sonrío arrogante.
— Soy Samantha. — se presenta. — Y ella se llama Noah, no Noé. — se cruza de brazos al igual que yo colocándose junto a mí.
¡No! ¡Ahora no! ¡¿Y por qué esa canción?!
A mi mente llegó la canción: BO$$ - Fifth Harmony.
— ¿Cuál es tu nombre, guapo narcisista? — miro a Samantha. Vaya, no es tan superficial a como lo creí.
— Daniel y gracias, supongo. — dice Daniel guiñándole y río junto a Samantha.
— Ok, Daniel. Ya entendí todo. — le dice ella palmeando el hombro del imbécil. — ¿Y el tuyo, cariño? — le pregunta a Walter.
— Walter, cariño. — le guiña el ojo.
— Claro. — ella mira a Daniel. — Un consejo, si quieres conquistar a mi amiga — ¡¿Qué?! La miro confundida. — deberías pronunciar bien su nombre y quizás deberías tomar un diccionario. Sería lo mejor para ti, así no quedas como idiota. — me mira. — Ya lo entendí. — sonríe. — Adiós, hormonales. — dice pasando su brazo sobre mis hombros y alejándonos de ahí.
— ¡Que bueno que hayas encontrado pareja, Noé! — dice Daniel y ambas levantamos nuestras manos enseñándole nuestros dedos del medio.
Diez minutos después...
— Así que te molestan por tu nombre y apellido. Y prácticamente, es culpa de esos chicos y su grupito. — asiento, mientras como la mitad del sándwich que me invitó. — En mi escuela anterior me decían jirafa por mi altura.
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Melodía momentánea
Ficção Adolescente¿Te agradaría la idea de escuchar diferentes melodías cada que ves a una persona que tu mente considere importante? ¿O una melodía en momentos importantes en tu vida? Sería como un musical, solo que serías la o él único que lo escuche. A nuestra pr...