Capítulo 50

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Camino rápidamente a la habitación que comparto con Carlos y saco mi teléfono. Cierro la puerta tras de mí y espero impaciente a que ella me responda la llamada.

  — Amor...

  — Emilia, necesito ser honesto contigo. — No obtengo respuesta por su parte por lo que sigo hablando. — Estoy en Italia con unos amigos, no es ningún viaje de trabajo ni nada por el estilo. — suspiro. — En unos días regresaré y debo hablar contigo...

  — ¿Por qué no me dijiste que ibas a estar con unos amigos? — ¿Es lo único que le importa?

  — No los conoces, son unos viejos amigos y quería pasar un tiempo con ellos. Los conozco desde la infancia... Ese no es el punto. — digo al notar que no me estoy enfocando en mi objetivo principal en esta conversación.

  — ¿Y por qué no me los has presentado? Son personas importantes para ti y, cariño, estamos a meses de casarnos... — suspiro. En serio no quiero hacer esto, pero tengo que. — ¿Qué ocurre?

  — Estamos a nada de casarnos y ni siquiera conocemos lo primordial de nosotros. — me siento a orillas de la cama. No puedo decirle todo lo que siento mediante una llamada, debo ser valiente e ir a hablar con ella cara a cara. — Compraré un vuelo de regreso.

  — Daniel...

  — Esto no es un juego, Emilia.

  — ¡Ya sé que no es un juego! — escucho su voz temblorosa. Esto era lo que no quería que pasara, no quería hacerla sufrir. — Daniel, yo te amo... Pero no sé cuánto más pueda soportar todas estas actitudes. Dices que no es un juego, pero tú eres el que lo hace ver como uno.

  — Emilia... Te veo en unos días. Esto no lo podemos hablar de esta manera.

Narra Noah:

  — ¿Y qué pasó? — le pregunto a Anto. — ¿Qué te dijo? — me mira de reojo y sonríe.

  — Dejémoslo en que lo vamos a intentar. — sonrío. — Parece que se puso celoso cuando me vió con Carlos.

  — Estaba celoso. — afirmo. — Gracias a mí se atrevió a decirte todo lo que seguramente te dijo. — veo como un leve sonrojo se hace presente en sus mejillas. — Así que me deben por mis servicios de cupido.

Ella se sienta junto a mí y me abraza. Estos dos se gustan desde hace mucho, pero nunca se atrevieron a decirlo. Hasta hoy...

  — No pagaremos ni un centavo.

  — Me lo veía venir. — me cruzo de brazos.

  — Oye, ¿por qué Carlos te estaba molestando en todo el camino de regreso? — Mierda... — No entendí mucho, — frunce el ceño confundida. — ¿estabas coqueteando con alguien?

  — ¡No estaba coqueteando con nadie! — Ya estoy sintiendo todo mi rostro ardiendo. — Simplemente, una chica se acercó a mí y me pidió mi número. — me encojo de hombros y trato de esquivar a toda costa su mirada. Siento que está analizando cada uno de mis movimientos y gestos. — Terminé dándole mi instagram, nada más.

  — ¡Estabas coqueteando!

  — ¡Qué no!

  — ¡Ahhhh! — coloca sus manos sobre mis hombros y empieza a sacudirme. — ¡¿Te imaginas que llegan a ser pareja?! ¡Tendríamos citas dobles!

  — Anto, yo no voy a...

  — Te doy una semana. — asiente y se aleja de mí. Toma su teléfono y voltea a mirarme. — Posiblemente en una semana estés ilusionada. — sonríe. — Vamos a cenar. — asiento, pero dejo que ella se adelante.

Melodía momentáneaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora