Capítulo 10

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NARRA NOAH:

Suspiro y empujo a Daniel. — No es lo que parece. — le digo a Samantha.

  — ¿No te estaba abrazando? — pregunta.

  — Oh, entonces sí es lo que parece. — digo encogiéndome de hombros y camino a la cocina con ambos detrás.

  — Entonces... — dice Samantha cortando el ambiente tenso.

  — Solo somos amigos. — dice Daniel.

  — Consíguete la tuya, hermano. — dice Sam abrazándome y río.

  — Lamento decirte que somos amigos desde pequeños, así que tú consíguete la tuya.

  — ¡Y yo lamento decirte que la perdiste desde que empezaste a ser tan idiota! ¡Punto para mí!

  — ¿Podrían dejar de hacer eso? — Ambos me miran. — ¿Qué?

  — ¿Podrías dejar de ser tan seria? — pregunta Daniel y Samantha empieza a reír llamando la atención de ambos.

  — Ay, si supieras. — la miro amenazante.

  — ¿Saber qué?

  — Es todo menos seria. — la empujo.

  — ¡Muy bien! Desayunaremos avena con frutas. — digo cambiando de tema.

  — ¿Sabías que es vegana? — le pregunta Sam a Daniel y este último asiente.

  — Su madre lo es, así que Noah lo es desde antes de nacer.

  — Que interesante... Pero, ¿por...

  — Por favor, no quiero hablar sobre el veganismo ahora, ¿sí? — la interrumpo antes de que haga preguntas.

  — Sé sobre el veganismo, mi padre es vegano. — dice ella. Y es cierto, acabo de recordar la cena en su casa. — Pero, ¿por qué no desayunas? ¡Tienes que desayunar, estúpida! ¡Y lo sabes!

  — Lo sé, pero... Nah, olvidénlo. — digo viendo la avena cocinarse sobre la estufa.

  — Noah, sabes que lo que haces no está bien. — dice Daniel. Camino hacia el refrigerador y saco las fresas y los arándanos. — ¿O acaso te quieres morir?

  — Chicos...

  — Sabemos que somos tus amigos, aunque yo más, — dice Sam sonriente y Daniel la mira mal. — y que no quieres que decidamos por ti; pero cuando se trata de algo serio, vamos a intervenir porque te queremos. ¿Entiendes? — se acerca a mí. — Eso hacen los amigos.

  — Sé que a tu madre no le da el tiempo de hacerte el desayuno. — dice Daniel. — Y cuando lo hace, tú no lo aceptas... Tienes que dejar de ser tan dura con tu madre, ella hace mucho por ti.

  — Es imposible, siempre hace o dice algo que me afecta y me es imposible llegar a quererla. Además, siempre está ese presentimiento que me dice que no puedo confiar en ella. — digo lo más sincera posible.

Mamá salió, así que... Igual me siento mal al decir esto.

  — ¿Qué dices? Es tu madre. — dice Sam.

  — Lo sé. — suspiro sintiéndome un poco culpable, aunque es realmente lo que siento. Sé que por ella tengo un techo, comida, escuela y todo lo que tengo; pero no sé, siempre hay algo que me dice que no puedo confiar. Además, de sus acciones, claro. — No tiene caso seguir hablando de ella.

  — Ok, dejemos de lado eso. — dice Sam. — Pero hablemos de tu salud, lo que vas a hacer será... ¡Desayunar, maldita sea! — camino a apagar la estufa.

Melodía momentáneaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora