capítulo 34

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HUGO:

Me quedé mirándola con los ojos y la boca abierta.

- No me mires así - dijo incómoda.

- ¿Y cómo quieres que te mire? - dije aún sorprendido - Pero, ¿Cómo? ¿Cuando? ¿Te gusta?

- Para, para cuántas preguntas. A ver fue en la fiesta cuando Eva le pegó a Alba, ¿Cómo? Pues íbamos algo borrachas pero yo aún era consciente de cada cosa que hacía ósea que la besé y no fue por los efectos del alcohol. Y... Sí me gusta.

Me quedé con la boca abierta sin saber bien que decir. - ¿Y Rafa? - dejo de mirarme para mirar al suelo.

- Lo quiero, pero no estoy enamorada de él. No sé las tres veces que he besado a Sam he sentido un tsunami de mariposas en el estómago.

- ¿Tres veces? - no sé si me sorprendí porque se liaron tres veces o me enterneci por lo de las mariposas.

- Sí, tres veces - me volvió a mirar - y cada una me gustaba más que la anterior - le sonreí.

- En verdad hacéis buena pareja, nunca me lo había planteao' - los dos reímos por mi ocurrencia.

- Gracias Hugo, yo lo tengo claro - sonreí aún más al escuchar aquello, me dolió porque Rafa sentía algo muy especial por Anajú pero que ella ya estuviera segura de que hacer me tranquilizaba porque eso significaría que Rafa no sufriría tanto.

- Me alegro mucho Anajú - me sonrió de vuelta.

Anajú le hizo una señal a Roi, el cuál entró y cogió la carta y el boli. Volvió a atar a Anajú y se marchó.

EVA:

- Samantha tranquilízate un poco - le decía Mai, mientras que la rubia de ojos azules no dejaba de ir de un lado a otro de la habitación.

- A ver Sam, alomejor no te contesta ni hoy - le dijo Jesús. Samantha se paró en seco y lo miró preocupada.

- Jesús eres genial dando consejos eh - reí - a ver qué no es que le pase nada Sam, si no que quizás no sabe que contestar.

Su cara de preocupación aumentó. - sois muy malos en esto eh - rió Mai.

- Dale tú consejos guapa - le recriminó Jesús.

- Sam, tienes que entender a Anajú. Se sube a un barco, pasa todo lo que ha pasado, conoce a un chico que le gusta y cree que puede llegar a más hasta que pasa lo vuestro. Y os lleváis conociendo desde pequeñas, pues estará rayada.

- Tienes razón Mai - habló Sam.

- Es lo que hemos dicho nosotros pero con más palabras - las tres reímos por lo que dijo Jesús.

Alguien tocó a la puerta y los cuatro nos levantamos de golpe. Me acerqué poco a poco a la puerta, al abrirla me encontré detrás a Roi.

- Si eso me abres mañana - me dijo.

- ¿Ha respondido? - preguntó Samantha, detrás de ella estaban Mai y Jesús igual de interesados.

- Aquí tienes anda - Roi le tendió la misma carta que ella le había dado para Anajú, pero está vez tenía más letras escritas abajo.

Sam empezó a leerla en voz baja, el resto estábamos atentos esperando que nos dijera la respuesta.

Intenté mirarle la cara para ver algún indicio de si la respuesta era sí o no. Pero todo el rato estuvo seria y no pude saber si era buena o mala señal.

- ¡Sí! - exclamó Sam dando pequeños saltitos.

- ¿Qué pone? - dijo Jesús cogiendo rápido la carta.

•La Mujer Del Vestido Morado•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora