capítulo 5.

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EVA:

Estábamos viendo ediciones pasadas de Operación Triunfo que estaban recordando en la televisión.

- Illo que guapo canta ese - dije Hugo.

- Ya ves - le dije. Hugo a modo de respuesta me apretó más contra su pecho y me dió un beso en la cabeza.

- Por favor necesito que todos me escuchéis - todos nos asustamos al escuchar al capitán por megafonía - el motor se arreglará, pero tardará unos días, hasta entonces vamos a dar una serie de normas a seguir para tener la situación controlada: - Solo saldréis de vuestras habitaciones para dar una vuelta de dos personas y los menores desde bebés hasta los catorce años acompañados de adultos y solo una vez por día, el resto del día debéis permanecer en las habitaciones. La comida se llevarán a las habitaciones y si hay que ir a por algo irá una y como mucho dos personas. Por último los chalecos no os le debéis quitar solo para ducharos y poneroslo de nuevo. Gracias y cualquier pregunta podéis llamar al número que pasaremos después.

- Jo, pues vaya - dijo Maialen.

- Bueno nosotros tenemos dos habitaciones - dijo Hugo - vamos todo lujo.

- Eso es verdad - dijo Gerard.

- ¿Y cuándo empiezan las normas esas? - preguntó Nia.

- Mañana - le respondió Sam.

- ¿Y hasta mañana qué, viendo operación Triunfo? - preguntó Anne.

- Pues, parece que si - le dijo Jesús y Anne suspiró.

- Pero está guapo esto - dijo Hugo cogiendo palomitas de las que tenía Anajú.

- Oye - dijo Anajú intentando morderle.

- Pero bueno - dijo Hugo abriendo la boca sorprendido, Anajú y yo nos reímos - ¿Qué pasa que las palomitas son tuyas o qué? - dijo Hugo pero Anajú no podía dejar de reír.

- No puedo - dije abanicandome con las manos por reírme - nunca me he reído tanto en la vida, gracias Hugo - dije aún riendo.

- Hombre si es que - dijo Hugo señalándose y después rodearme el cuello y darle un beso en la mejilla.
En ese momento el barco dió un golpe y se empezaron a escuchar gritos de otras habitaciones.

Los 16 nos levantamos y salimos, había mucha gente asomada, unos enfadados, otros asustados y mientras los guardias los intentaban calmar.

El barco dió otro golpe y empezó a temblar de tal forma que si no te agarrabas bien a las paredes podrías caerte.

- Todos empezaron a gritar y sin hacer caso a los guardias o incluso peleándose con ellos los pasajeros desobedecieron las órdenes del capitán y salieron de sus habitaciones.

- Voy a hablar con él capitán - dijo Sam agarrándose a la puerta.

- Yo voy contigo - le dijo Flavio.

- ¡Y yo! - dijimos el resto a la vez.

- Esta vez vamos todos - dijo Ariadna.

La última en salir y cerrar la puerta fue Anajú. Hugo iba delante mía y yo vigilaba que no le pasará, pero un hombre me empujó y me caí, no podía levantarme entre tanta gente entonces Hugo se giró y al ver que casi me aplastan me cogió corriendo me sacó del pasillo separándonos del grupo.

- Gracias - le dijo cuando la bajé.

Estábamos en una especie de escaleras de emergencias y subimos para arriba, nos íbamos agarrando a la barandilla y la pared.

•La Mujer Del Vestido Morado•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora