HUGO:
Cuando me desperté estaba en una habitación que no conocía. Parecía de cárcel, oscura pero solo iluminada por una pequeña ventana con rejas.
Estaba atado de pies y manos en una silla, en frente en la otra punta de la habitación. Aunque no era tan grande. Estaba Anajú todavía dormida y atada igual que yo.
- Anajú - la llamé susurrando sin obtener respuesta por su parte.
La puerta empezó a abrirse y aparecieron una chica alta y morena, Natalia. Y un chico más bajito y de pelo rizado, Miki.
- ¿Ya te has despertado rubito? - me preguntó Natalia con tono divertido.
- ¿Qué coño queréis? - le pregunté enfadado.
- Te relajas guapo que aquí quién manda somos nosotros. Y lo que queremos es a tu queridísima Eva.
- Ni se te ocurra hacerle nada o te...
- ¿O qué? ¿Crees que me vas a hacer algo? - se acercó a mí hasta quedar nuestras narices juntas - antes de que a tí se te ocurra hacerme algo tú ya tienes siete puñetazos en el costado y estás drogado hasta las cejas.
Se alejó de mí haciéndole una señal con la cabeza a Miki. Los dos se dirigieron hacia la puerta y antes de salir Natalia se volvió para mirarme.
- Ahora traemos el desayuno - dijo antes de salir.
- ¿Desayuno? - pregunté extrañado. Natalia se empezó a acercarse, cuando estaba delante mía me giró la silla para enseñarme la pequeña ventana que estaba detrás mía en la que se veía el reflejo del sol entrando por ella.
- ¿Llevamos dormidos toda la noche? - pregunté.
- Sí - escuché a Natalia y Miki reírse.
Me volvieron a poner como antes y salieron por la puerta sin mirarme.
Una seria de preguntas empezó a rondar mi cabeza una y otra vez. Pero todas se fueron al notar como Anajú empezó a mover la cabeza.
- ¿Anajú? - le susurré bajito. Empezó a abrir los ojos y a mover las manos.
Al ver que no podía moverse empezó a ponerse nerviosa y despertarse por completo.
- ¿Qué es esto? - preguntó nerviosa y asustada.
- Tranquila Anajú, estoy aquí contigo - trataba de tranquilizarla.
- ¿Cómo que tranquila Hugo? ¿Qué es esto? - mi intento fue en vano, ella seguía igual de nerviosa.
- Natalia y Miki nos han secuestrado - le dije suave haciendo una mueca al final.
- ¿Qué? - me miró confusa - ¿Y así de tranquilo lo dices? - volvió a tratar de soltarse pero no podía.
- Anajú tranquila, al menos no estamos solos.
- Ya y estamos atados. Vamos me dan una ostia y tú ni te puedes mover pero bueno tu presencia hace mucho.
- Eres muy dramática.
- ¿Dramática? Es verdad - dijo enfadada.
No me dio tiempo a responder ya que por la puerta entró Miki con dos bandejas.
- No hagáis tonterías - dijo acercándose a mí. Me puso al lado la bandeja y me empezó a desatar las manos.
Cuando las tenía desatadas me dio la bandeja y se quedó mirándome.
- Come - me dijo serio.
- ¿Esta mierda? Cómetela tu - respondí desafiante. Por su parte recibí un guantazo que me hizo sangrar el labio.
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•La Mujer Del Vestido Morado•
DiversosTodo comienza con una excursión de fin de curso pero acaba con algo que ninguno se espera. El viaje que cambiará sus vidas para siempre.