capítulo 29

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HUGO:

Cuando me desperté estaba en una habitación que no conocía. Parecía de cárcel, oscura pero solo iluminada por una pequeña ventana con rejas.

Estaba atado de pies y manos en una silla, en frente en la otra punta de la habitación. Aunque no era tan grande. Estaba Anajú todavía dormida y atada igual que yo.

- Anajú - la llamé susurrando sin obtener respuesta por su parte.

La puerta empezó a abrirse y aparecieron una chica alta y morena, Natalia. Y un chico más bajito y de pelo rizado, Miki.

- ¿Ya te has despertado rubito? - me preguntó Natalia con tono divertido.

- ¿Qué coño queréis? - le pregunté enfadado.

- Te relajas guapo que aquí quién manda somos nosotros. Y lo que queremos es a tu queridísima Eva.

- Ni se te ocurra hacerle nada o te...

- ¿O qué? ¿Crees que me vas a hacer algo? - se acercó a mí hasta quedar nuestras narices juntas - antes de que a tí se te ocurra hacerme algo tú ya tienes siete puñetazos en el costado y estás drogado hasta las cejas.

Se alejó de mí haciéndole una señal con la cabeza a Miki. Los dos se dirigieron hacia la puerta y antes de salir Natalia se volvió para mirarme.

- Ahora traemos el desayuno - dijo antes de salir.

- ¿Desayuno? - pregunté extrañado. Natalia se empezó a acercarse, cuando estaba delante mía me giró la silla para enseñarme la pequeña ventana que estaba detrás mía en la que se veía el reflejo del sol entrando por ella.

- ¿Llevamos dormidos toda la noche? - pregunté.

- Sí - escuché a Natalia y Miki reírse.

Me volvieron a poner como antes y salieron por la puerta sin mirarme.

Una seria de preguntas empezó a rondar mi cabeza una y otra vez. Pero todas se fueron al notar como Anajú empezó a mover la cabeza.

- ¿Anajú? - le susurré bajito. Empezó a abrir los ojos y a mover las manos.

Al ver que no podía moverse empezó a ponerse nerviosa y despertarse por completo.

- ¿Qué es esto? - preguntó nerviosa y asustada.

- Tranquila Anajú, estoy aquí contigo - trataba de tranquilizarla.

- ¿Cómo que tranquila Hugo? ¿Qué es esto? - mi intento fue en vano, ella seguía igual de nerviosa.

- Natalia y Miki nos han secuestrado - le dije suave haciendo una mueca al final.

- ¿Qué? - me miró confusa - ¿Y así de tranquilo lo dices? - volvió a tratar de soltarse pero no podía.

- Anajú tranquila, al menos no estamos solos.

- Ya y estamos atados. Vamos me dan una ostia y tú ni te puedes mover pero bueno tu presencia hace mucho.

- Eres muy dramática.

- ¿Dramática? Es verdad - dijo enfadada.

No me dio tiempo a responder ya que por la puerta entró Miki con dos bandejas.

- No hagáis tonterías - dijo acercándose a mí. Me puso al lado la bandeja y me empezó a desatar las manos.

Cuando las tenía desatadas me dio la bandeja y se quedó mirándome.

- Come - me dijo serio.

- ¿Esta mierda? Cómetela tu - respondí desafiante. Por su parte recibí un guantazo que me hizo sangrar el labio.

•La Mujer Del Vestido Morado•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora