II.

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De vuelta a casa todo fue tan silencioso que los pensamientos en mi cabeza me consumieron. Hubiese preferido que Alicia hablase sin parar todo el camino, pero solo deslizaba su mirada de las calles para dar un rápido vistazo a la expresión ilegible que se pinto en mi rostro. Sentía un montón de cosas y a la vez un adormecimiento recorría mi piel como si lo que paso fuese producto de mi imaginación. La rabia, tristeza y decepción se mezclaban y luchaban por tomar el foco central pero solo se volvía un desastre al que no podía dar nombre.

¿Que debería hacer ahora?

Creía que mi madre superaría su alcoholismo, tan absurdo como suene, una parte de mi, esa que contenía a la niña pequeña que quería la atención de su madre, confiaba que esta vez se encargaría de juntar su mierda y daría la cara por primera vez en años. Su nueva adicción destrozo en pedazos las ilusiones de esa niña, lidiar con el alcoholismo era una cosa pero el alcohol y también las drogas era algo mucho mayor que manejar. Estaba segura de algo, Juliana no dejaría de beber, así como tampoco sería la última vez que vería esas marcas en sus brazos. Ella no estaba dispuesta a mejorar, y ahora conmigo partiendo, solo seria una excusa más para sumergirse de lleno en las drogas y no volver nunca más.

Hice todo lo que estaba en mis manos para ayudarla y me llenaba de furia sentir esta culpa con la que no debería cargar. Por supuesto que no tenía nada que ver conmigo que mi madre decidiera arruinarse aun más antes que enfrentarse a su realidad, pero la culpa estaba allí, latente en mi pecho.

- Hablemos. -pidió Alicia mientras abría la puerta de nuestro lugar.

Entre yendo hasta mi habitación. Deje lo que había adquirido en mi escritorio tomando asiento en la silla frente a este, Alicia me siguió de cerca descansando su hombro en el umbral de la puerta.

- Juliana esta usando drogas.

No tenía otra forma de decirlo, no existía forma de hacerlo agradable.

- Gala, lo lamento.

La lastima en su voz añadió un gramo más de rabia a mi desastre interno. Moví la silla y abrí la portátil para solo evitar explotar contra Alicia.

- No hay nada que lamentar. -hable con voz plana- Si ella no lo lamenta, ¿por qué lo harías tu?

- Lamento que no tengas una madre que sepa apreciar todo lo que haces, mereces más que alguien que tome todo tu dinero.

- No le daré ni un centavo más. -me levante de mi posición tomando lo que compre para arrojarlo en la bolsa de lona. Necesitaba hacer algo, porque si continuaba en mi cabeza un segundo más me volvería loca- Puedo lidiar con el alcohol, pero las drogas son el limite para mi.

- ¿Estas segura?

Cerré el bolso y mire a Alicia.

- Si, lo estoy.

- Es la primera vez que te veo tan decidida y tengo miedo que solo sea por el calor del momento. -se acercó tomándome por los hombros- No te digo que le quites todo a tu madre, pero no le hagas las cosas tan fáciles.

- Hace unas horas me decías que no le diera el dinero a mi madre, ¿y ahora que no se lo quite?

- No me estas entendiendo. -golpeó su frente con la mano- Esta repentina decisión de no dar más dinero a tu madre es solo porque estas enojada, lo puedo ver. Noto la culpa en tus ojos.

- ¿Que debería hacer entonces?

- Continua ayudando a tu madre, pero de una manera más inteligente.

- ¿Cual es esa manera?

- No le des el dinero, compra lo que ella necesite y estarás aliviando al menos un poco la culpa. Se que confiabas ciegamente en tu madre pero, es una adicta a final de cuentas, su cabeza solo tiene una necesidad y es aliviar su desesperación.

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