VII.

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Agradecí a Williams mentalmente no intentar entablar una conversación en todo el viaje. Ni siquiera era capaz de formar pensamientos coherentes, una conversación conmigo ahora mismo seria a base de monosílabos o miradas vacías. No existía forma en la que pudiese charlar cómo si en mi cabeza no se estuviese llevando a cabo un circo.

Me sentí aliviada por una milesima de segundo luego de estar en el aire. Una milésima de segundo que fue machacada por mis pensamientos a la velocidad de un tren sin frenos. Nada en mi cabeza lograba congeniar. Los pensamientos reconfortantes que buscaban ayudar, los tristes, molestos y ansiosos que chocaban entre sí.

Todo era un caos. Un caos del que no tenía con quien hablar.

Volver. Ese era el pensamiento que mas resaltaba en mi lio interno. Me causaba la mayor contrariedad. Volvería y tendría que ver a Tales, hablar y convivir con él durante quince días. Quince días en los que no iba a poder mencionar cómo vi a su amigo. ¿Él lo sabría? Si lo sabía, ¿Cómo pudo estar tan tranquilo? Y si no lo sabía, ¿Que tanto podría ocultarselo? Se me hacia una tarea ardua mantener mi boca cerrada en lo básico, ¿Cómo no le diría que vi a su amigo muerto? Tendría que soltarlo en algún momento, es insano guardar algo así.

La voz imperturbable y calmada de Lloyd no planeaba su salida aun, lo recordaba cada vez que pensaba en decírselo a Tales.

Él fue claro, me iba a casa y el no mencionaria nada a mi padre; pero honestamente, ni un millón de dólares me harían olvidar lo que vi en esa habitación. Tampoco podría mirar a Tales al rostro y pretender que nada pasaba, apenas obtuviera un vistazo de él, la secuencia de imágenes de Walsh pasarían por mi mente como un video. Un video retorcido y macabro. Cualquiera con dos ojos funcionales vería que algo estaba mal en mi.

Desembarque del avión por inercia. Mi pasos eran lentos y con remarcada pesadez, sentí ganas de vomitar pero trague duro en el intento de hacerlas desaparecer. Tonta yo que creí que eso bastaría. Solté lo que estaba en mis manos para dejarlas reposando en mis rodillas al sentir las náuseas incontenibles. Mi estómago envío todo lo que tenia provocando que me doblará.

— Evans, ¿se encuentra bien?

Williams intento acercarse pero agite mi mano para que se apartará. Detestaba este nuevo mecanismo que mi cuerpo desarrollo para hacerme saber lo jodida que estaba.

— Nada de lo que alarmarse. —fui capaz de decir.

— Consiga una botella de agua. —ordenó a alguien más pero no pude ver de quien se trataba porque las arcadas regresaron.

Pude distinguir el sonido de las botas contra el pavimento de la persona que volvía al minuto. Limpie mi boca con el reverso de mi mano y me incorpore.

— Tome. —tendió la botella.

Quite la tapa y enjuague escupiendo a unos metros. Nada glamuroso. Llene mi boca de agua que esta vez si trague notando a Williams observandome luego de despachar al otro soldado.

— Agradecería que no digas ni una palabra a mi padre. —musitó dejando caer agua en mi mano para no esparcir el vómito sobre mi.

— Sabe que no...

— Solo esto. —aseguré— No tendrás que guardar nada más que esto.

Consideró la idea por unos minutos.

— ¿Pero se encuentra bien?

Entendí con esa pregunta que accedía.

— La comida no era muy buena. —me límite a asentir para no mostrar otra cosa.

— Si, he escuchado que nada es muy bueno ahí.

Tome un trago de agua. ¿Sabría él lo que contenía ese complejo?

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