VI.

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La rabia que recorria todo mi cuerpo no me permitía pensar con claridad sobre que hacer. Una parte de mi quería agujerear el cuerpo de todos a balazos y otra parte asfixiarlos mientras dormían. Cruzaron una línea al sacarme de la forma en que lo hicieron luego de la pelea entre Lloyd y Tales, no tienen derecho de controlarme. Podía entender que querían mantener lo que sea que sucediera en ese lugar para ellos, pero existían formas de manejar ciertas situaciones. Me sentía inferior, una intrusa. Y no me gustaba el sentimiento para nada.

Tales volvió no mucho después que Howard y Killard me dejaron cómo saco en la torre de control. Me tomo todo de mi no reir ironicamente en su rostro cuando quiso hablar como si lo que ocurrió fuese tema pasado. Lo que resto de turno mantuve mi boca cerrada haciendo lo que se suponía debí hacer desde un comienzo y él al entender que no me encontraba en el mejor de los ánimos cesó sus intentos por entablar una conversación, no obstante, lo tome desprevenido arrojando una que otra mirada en mi dirección.

Al momento que el reloj marcó las seis de la tarde me encontré caminando hasta el dormitorio, Rodríguez y los otros terminaban de colocar todo en su lugar, preguntaron como me sentía y les asegure que muchísimo mejor vendiendo la excusa nuevamente de un golpe de calor o quizás la carne de aspecto raro de la cafetería sentó mal en mi. El dormitorio se despejó cuando el equipo nocturno se fue para asumir su tarea dejando el lugar en completo silencio para mi.

El aire salio de mis pulmones en el proceso de buscar la posicion correcta en la cama y así poder asegurar un despertar sin calambres. Las luces aun seguían encendidas al cerrar mis ojos lista para dormir, pero no me moleste en regresar a mis pies para apagarlas. Era capaz de tolerar la luz, el ruido sin embargo me conducía al insomnio. No podía dejar ir la oportunidad de caer en los brazos de morfeo y no saber nada del mundo hasta mañana, el equipo volvería en un rato y con ellos traerían el escándalo.

Justo cuando comenzaba a entrar en la inconsciencia algo golpeó mi estómago, me senté con mis ojos yendo a parar a Tales recostado en el umbral de la puerta. En mi regazo reposaba un paquete de galletas saladas, las mismas que escogí a la hora del almuerzo.

- Come. -musitó sin más.

Tome el paquete y sin pensarlo mucho apunte al cesto de basura a los pies de la puerta. Tales interpuso su mano recogiendo el paquete en el aire.

- Eso no es muy maduro de tu parte. -reprochó.

- Que te importe poco si soy madura o no. -rodé mis ojos volviendo a recostarme.

- Tienes que comer, no puedes dejar de hacerlo porque no quieras estar cerca de nosotros.

- ¿Perdón? -me reincorpore- ¿En serio piensas que no fui a la cafetería por no querer estar cerca de ustedes?

- Eso nos pareció.

Tape mi boca con la mano para reprimir las carcajadas.

- No hay esperanza con el sexo masculino. -agite mi cabeza con falsa decepción- Todos ustedes dejaron el cerebro en la barriga de sus madres. Descerebrados, estúpidos e idiotas.

- Estas enojada, y lo entiendo. -comenzó a entrar en el dormitorio a paso cauteloso- Estuvo mal la forma en que te sacaron, lo admito y me disculpo por ello.

- ¿En serio? -agite mis pestañas con tono dulzón.

Una disculpa no bastaría para enmendar lo que sucedió. Era más complicado que admitir que fue incorrecto, no me respetaban y continuarían haciéndolo cada que no quisieran que supiera algo. El ciclo se repetiría y pediría disculpas otra vez.

Permitirlo no estaba a discusión.

- Así es, Evans.

- Me alegro mucho que te disculpes. -me levante caminando hasta estar frente a él, sonreí manteniendo mi expresión inocente- ¿Y Howard y Killard?

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