XXXV.

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El celular en mi mano pesaba y quemaba a la misma vez. La sensación de incomodidad se instaló en mi pecho provocando que mi respiración se volviese irregular. No hallaba una explicación coherente a su llamada, nada que no tuviese  relacionado con la maldad llegaba a mi cabeza. No quería más de lo que preocuparme, pero si estaba llamando, no sería para fines desinteresados como preguntar que tal estoy o si ya salté de un edificio. No obstante, dos opciones resaltaban entre el montón que se crearon en el segundo que vi el identificador de llamadas; o llamaba para lanzarme la mierda entera en la cara, o para dar con mi ubicación. No tenía preferencia por ninguna, para mi gusto es mejor que no llame nunca. Jamás. Ni en un millón de años.

Mi vista osciló entre Lloyd y Tales quienes esperaban con expresión ansiosa a que deslizará ese botón en la pantalla. Di un inmensa inhalación y como si se tratase de fuego mi dedo tocó la pantalla con cautela. Una vez que conteste lleve el aparato a mi oreja y pronuncie:

— ¿Si?

Mi voz afortunadamente no reflejo lo que se llevaba acabo en mi interior.

— Pensé que no responderías. —habló imperturbable— Ciertamente me decepcionaria muchísimo si no lo hubieses hecho.

Mi pierna se movía por la impaciencia.

— ¿Sucede algo? ¿para que me llamas?

No debería durar demasiado o le seria fácil encontrarme. Lloyd leyó mis pensamientos dando dos toque a su muñeca indicando el tiempo y asenti.

— ¿Por qué tan apresurada? —indago— Tenemos mucho de lo que ponernos al día y solo es como la una. No te preocupes, no tendrás que pagar la factura de tu celular.

Lo último se sintió como una burla y provocó que mi sangre se calentará.

— No es como que pueda, de todas formas. —repliqué manteniendo mi tono neutral— No tengo dinero porque mis cuentas fueron canceladas. Discapacidad mental, dijeron.

— ¿Discapacidad mental? —se oía falsamente sorprendido y luego río— No, no es cierto, ¿por qué lo intento siquiera? Gala, fue por tu bien. Demasiado dinero para alguien tan insensato como tú.

— Soy una adulta, puedo manejar mi dinero. No voy al complejo y recorro pasillos por doces horas para llegar a mi casa y no tener ni un centavo.

— Podrías haberme llamado. —se excusó— No lo hiciste y decidiste seguir. ¿Es mi culpa que te conformes? Claro que no lo es.

— No me conforme. —hice énfasis al final— Solo no quería tener que...

— ¿Que, Gala? —interrumpió de golpe— ¿Tener que hablar con tu desinteresado padre que te dio un trabajo a pesar de ser una maldita complaciente de tu madre? No se tu, pero en tu posición, estaría besando los pies de mi empleador. Limpiar tu historial me costó muchísimo y todavía no he recibido nada a cambio.

Mi mano libre fue a parar sobre mis labios para detener la enorme carcajada irónica que exigía salir.

— No es desinteresado si me estas pidiendo algo a cambio. —razone.

— Es desinteresado porque nadie con tu historial debería pisar una base de nuevo.

Nadie con su historial debería existir, pero yo no se lo decía. La audacia de este hombre. Tenía que acabar con esta estúpida conversación.

— ¿Para que me estas llamado, Peter? —fui al grano— No creo que sea para decirme estas cosas.

— Insisto —pauso—, no hay prisa.

— Estoy ocupada.

— Creo tener una idea de que es lo que te tiene ocupada. —comentó sarcástico y miré a Tales, no me gustaba el camino que tomábamos— Aunque, como el excelente padre que soy, me gustaría creer que mi hija es inteligente y sabrá decidir que es lo mejor para ella.

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