XLIII.

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Esperar debería ser una de las torturas más efectivas de la humanidad, aun peor cuando no sabes que es lo que estas esperando. Morir, vivir, libertad, condena absoluta. Posibilidades tremendamente infinitas. Nada podía ser peor que la incesante intranquilidad que producía el correr del tiempo mientras estas a la espera de lo que sucederá con tu vida. Todo se volvía largo, y el reloj se burlaba pasando los segundos con tal lentitud que tenias que dar un vistazo doble para asegurarte que tus ojos no te engañaban, o quizá el tiempo se había detenido puesto que sabía lo que se avecinaba. No parecía algo bueno, aunque me obligaba a ser positiva por muy complicado que fuera.

— Tu vuelo sale en unas horas, tenemos que irnos. —recordó Tales llevando consigo mi mochila.

Acomode la gorra en mi cabeza y di un asentimiento seguido de una larga respiración.

— Vamos entonces.

Los últimos días no fueron menos productivos que los iniciales, utilizamos cada segundo existente para repetir unas vez tras otra el plan. Tal vez por eso se sintieron tan largos. No queríamos saltar ni un solo paso, sin embargo sabíamos que la improvisación siempre tenía un mínimo crédito para que se pudiera alcanzar la meta en cualquier plan. Afortunadamente el objetivo era el mismo, y nos ayudaría a tomar las decisiones indicadas de último momento. Confiaba plenamente en mi equipo, y ellos confiaban en mí.

Por otra parte, teníamos a Lloyd en una posición bastante comprometida y las comunicaciones se limitaban a un mensaje por día. Yo le llenaba su bandeja, y el apenas enviaba uno.  Hacerle llegar cambios por ese medio no haría más que confundirlo, por lo que teníamos que apegarnos a lo que él conocía. Mi celular se convirtió en parte de mi cuerpo, jamás abandonaba mi mano. Temía perder una llamada de Lloyd pidiendo ayuda, una llamada de Alicia para decirme donde estaba... o de mi padre. A decir verdad, no dórmia en la noche entera solo por miedo a perder el mensaje matutino del Coronel confirmando que se encontraba bien, y a pesar de que los muchachos insistieron en mostrarse indiferentes sobre su bienestar, en más de una oportunidad los vi husmear en mis notificaciones por el retraso en la llegada de su mensaje. Estábamos genuinamente preocupados, no obstante, las ganas de destruir ese complejo no se disiparon en ningún momento.

— Vas a abrir un agujero en el auto.

Giré la cabeza como resorte en dirección a la voz de Tales.

— ¿Como dices?

— Tu pierna —indicó sin sacar sus ojos de la carretera—, se mueve sin parar.

— Oh. —atine a decir dándole fin al movimiento.

Me echó un vistazo y golpeó la gorra en mi cabeza.

— ¡Oye!

— Basta de pensar.

— Recordaba los días que pasaron, nada más. —la ajuste en su lugar.

— Largos como el demonio.

— Ni que lo digas.

— Aun puedo recordar a Killard leyendo esa desgraciada hoja cada noche. —fingió un escalofrío— No veía fin.

Reí con ganas.

— La quemé hoy, no pueden existir evidencias de nuestro plan. Ya no podrá joder a nadie además.

— Debiste hacerlo en el segundo que la escribió. En vez de rezar un padre nuestro como buen soldado, él leía esa mierda.

Negué con la cabeza divertida.

— Killard es un caso especial.

Afirmó con la cabeza en acuerdo y siguió manejando sin decir palabra alguna. Bien, continuemos. Mi padre no dio señales de vida, tomándose muy en serio salir del radar. Según los mensajes de Lloyd, no se lo cruzó en el complejo, y Todd, no logro dar con su paradero. Peter conocía las zonas seguras por donde moverse para no ser encontrado a menos que él lo quisiera. Mi sentimientos al respecto se traducian en un mezcla poco distinguible o identificable. Ya no sabia que creer de ese bastardo, con lo del supuesto hermano, rebasó los límites que tontamente creí le encajaría a la perfección. El asunto con Aaron creció inevitablemente también. Cada que lo pensaba más a fondo, unía más mierda que lo condenaba. Sus actitudes, acciones, y otro par de cosas dejaban muchísimo que desear. Intenté hablar con Margaret al día siguiente para confirmar mis sospechas y así enfrentarlo con más seguridad ya que seguía siendo una teoría con posibilidades pequeñas de ser errónea. Lo logico era confirmarlo y caminar en terreno seguro; Todd no estaba muy de acuerdo. Se la llevo inesperadamente para evitar que continuará arrojando más incógnitas irresolubles en nuestras circunstancias. Como si eso fuera a ayudar. Las dudas ya estaban flotando por doquier, lo menos que podía hacer era aclarar algunas.

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