XXVI.

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El caos no tardó en explotar en nuestros rostro como si pidieramos un poco más para hacer la noche entretenida. El conserje del edificio llego a la puerta principal sudado, palido y tal vez con un pulmón perdido en el camino. Trataba de explicar lo que sucedió pero a duras penas podía pasar el aire por el camino correcto, solo movía su boca y agitaba las manos fuera de sí. Aaron llegó unos minutos más tarde y nos ayudó a poner la piezas juntas de semejante rompecabezas. Me hallaba un tanto ensimismada, por lo que la tarea de entender me tomo más tiempo de lo habitual pero lo logré afortunadamente.

Al parecer el conserje regaba las plantas cuando escucho voces, busco la fuente y encontró a dos hombres con martillos listos para hacer un poco de daño. Corrió hacia su pequeño espacio en pánico y llamo de inmediato a la policía que venia de camino por el reporte de la empresa de cámaras. Todo se juntó y un total de cinco patrullas despertaron al edificio entero. El BMW se salvó por pura suerte, sin embargo el escarabajo no contó con la misma. La estructura estaba destrozada completamente, ventanas, latoneria y cauchos. Nada se podía salvar a este punto. Los autores fueron esposados y encerrados en la patrulla a la espera de ser llevados a la comisaría para hacer un interrogatorio. No dirían nada, claro que no. Tampoco era como si no supiera porque estaban allí. El contacto visual que hice con uno de ellos me dejo bastante claro lo que sentían hacia mi y lo que los animo a hacer tal cosa. Puro odio brilló en sus ojos. Odio de la clase que te conduce a hacer cualquier estupidez sin importar las consecuencias, buscando un poco de alivio a lo que sienten y los destruye internamente. Por mi parte, me sentía presa de un adormecimiento que me tenia minimizando todo a mi alrededor. Quizá una vez saliera el sol la realización me daría un golpe sin medir fuerza y yo caería en la realidad que me rodea. No obstante, si sabia que estaba jodida. Como siempre. No necesitaba estar en mis cabales para notarlo.

Los policías seguían insistiendo en preguntas tontas y sinceramente me causaban un jaqueca tremenda la cantidad de incoherencias que se atrevían a soltar. La audacia de estos hombres. Era más que obvio que no conocíamos a ninguno de esos individuos, ni siquiera podría decir que son peligrosos de cruzarme con ellos en la calle. El hecho de que pensarán que eran nuestros amantes  fue la parte más hilarante de todas, me permití reír en la cara del uniformado hasta que sólo cerró su libreta y se fue. Si, gracias, mejor que me maten. Inútiles. Alicia lloraba rodeada de los brazos de Aaron mientras que yo los veía sentada en el frio pavimento. Oh, la vida de la soledad. Me alegraba enormemente que mi mejor amiga tuviese el soporte de un hombre como Aaron y tambien me tranquilizaba el saber que protegerla no recaía solo en mi. Ahora mismo no soy apta para proteger ni a una planta.

— Señorita Gala.

Me volví viendo al policía.

— ¿Si?

— ¿Le gustaría ser parte del interrogatorio? —ofreció— El señor Montfort nos informo que es parte de la fuerza armada.

— ¿El señor Montfort? —mis cejas se juntaron.

— Aaron Montfort. —aclaró. 

— Ah, si, claro. —agite mi cabeza accediendo— Por supuesto que si.

— Venga con nosotros.

El policía comenzó a caminar y me pegue a sus talones. Nos acercamos al lateral de una de las patrullas y abrió la puerta para mi, hizo un ademán dando permiso y entre. El hombre ocupó el asiento del conductor y encendió el motor. Durante el camino a la estación el policía trato de sacar información pero al obtener monosílabos y simples silencios decidió cerrar la boca. Observé por el vidrio trasero y las demás patrullas nos seguían de cerca. Tal vez Aaron y Alicia vendrían también, de todas formas esperaba que no. Alicia era muy sensible a este tipo de cosas y tendía a reaccionar de una forma no muy favorable. La prefería en casa.

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