XXXII.

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Los pasos y voces al otro lado de la puerta fueron audibles a medida que se acercaban. Solo unos segundos más tarde el sonido de dos toques en la puerta llego a mi oídos.

— Gala, por favor, tienes que salir.

— Estoy bien, Tales. —solté— Saldré en un rato.

— No me puedo ir sin que me digas al rostro que estas bien. —se negó— Vamos, Gala. No tienes que aislarte, no ahora.

Inhale con la mirada en un punto muerto.

— No me estoy aislando. —contradije— Estoy pensando.

— Podemos hacerlo juntos. —habló Lloyd.

— Ese es el problema. —dije para mi misma en tono bajo.

— ¿Dijiste algo? —alzó la voz Tales— No pude escuchar.

— Ya voy a salir. —anuncie fuerte y claro.

Fui a mis pies y observé mi reflejo en el espejo del baño. Que desastre, pensé. Giré la perilla y al abrir la puerta ambos hombres se hallaban plantados a pocos centímetros. Sus expresiones iban desde la preocupación al alivio y un rastro de molestia.

— Estoy bien. —pronuncie sin titubear dirigiendo mi atención a Tales— Ve y lleva a Levi con su madre, ¿si? No queremos que nos arranque la cabeza a todos.

— No te vuelvas a encerrar en el baño.

Los grandes ojos color miel de Levi me enfocaron y medio sonreí.

— Estaré con Lloyd, dudo que me deje hacerlo. —toqué la pequeña mano del niño y me acerqué un poco— Me disculpo por el grito, Levi.

Escondió su rostro en el cuello de su padre y río con ganas.

— Lo llevaré con Gwen, volveré tan rapido como pueda. —prometió.

— Entendido.

Vio entre Lloyd y yo fugazmente y se fue finalmente. Rodee mi cuerpo con los brazos caminando a paso lento hacia la cama bajo la atenta mirada de Lloyd.

— Me vas a desgastar con tanta intensidad. —bromee.

— No me puedes culpar.

Tome asiento en el borde de la cama e inhale. Nos quedamos en silencio por un rato considerable hasta que decidí abrir mi boca.

— No te he preguntado como te sientes respecto a tu hermano.

— ¿Que pasa con él?

— Dijiste que sucumbió ante la droga. —le recordé— ¿Se convirtió en un soldado Humblood?

Volteó la cara y metió las manos en sus bolsillos pensativo.

— Aún no he decidido que hacer con él.

Junte las cejas en pura confusión.

— ¿Sigue en esa cama?

— Eso es correcto.

— Tienes que estar bromeando. —cerré los ojos negando con la cabeza— ¡Le mentiste a Margaret!

— No es una mentira, él sucumbió. No volverá.

— Todas esas cosas que le dijiste...—reí sin gracia— Te las estabas diciendo a ti, ¿no es así?

— Es más fácil que otra persona lo entienda que tu mismo. —aceptó.

— Esto no está bien, Hayden.

— Se que no.

— ¿Que harás?

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