final

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Para cuando Josh y Tyler se dieron cuenta, ya había transcurrido cuatro años y medio desde que decidieron construir algo juntos, como resultado de eso y gracias a la insistencia del rizado en que el castaño tenía que aprovechar su talento al máximo, lograron, con mucho esfuerzo y otros trabajos extra, crear su propia escuela donde Tyler comenzó siendo el maestro, enseñando sus dotes de pianista.

Fue difícil al inicio, pasaron días en los que pensaron que todo su esfuerzo podría hundirse, pero justo en el momento indicado recibieron un poco de ayuda.

Un día, cierta chica de cabello colorido llegó, como un Ángel caído del cielo que dijo querer ayudarlos, claro, después de que Josh le pidiera una gran disculpa.

Fue emotivo e incluso hubo lágrimas por parte de Melanie, hubo muchos abrazos y un Tyler un poco entrometido cuando pensó que el abrazo duro más de lo necesario.

Luego de eso, muchos de los clientes de Melanie llegaron a la pequeña escuela de Tyler y Josh, comenzó a tener tanto trabajo que con el tiempo tuvo que contratar a más personas para que no fuera tan pesado para él.

Y no solo eso, Josh hizo un trato con Melanie, como ella poseía una gran mente y demasiado talento para el diseño de ropa, propuso hacer realidad todo lo que la chica pensó solo se quedaría en un sueño. Mientras que Josh contribuiría con el dinero, Melanie sería la que diseñara todo, en ocasiones con ayuda de Tyler siendo el modelo de una que otra prenda.

Así fue como además de su modesta escuela de música, también lograron crear una línea de ropa que si bien apenas estaba siendo conocida fuera de Ohio, dentro de su ciudad natal era todo un éxito.

Apenas estaban comenzando a resaltar entre la multitud, pero sabían que dentro de poco lograrían todo lo que se propusieron y aún más.

Con el tiempo, Tyler solo se encargaba de dirigir la escuela, enfocándose más en las presentaciones que tenia en cenas de gran importancia o reuniones de alta categoría que lograron encontrar al prodigio castaño.

También habían vendido la enorme casa donde vivieron antes, no porque no pudieran seguir teniéndola, sino porque tanto Tyler como Josh decidieron mudarse a un lugar más hogareño y cerca del bosque, aún así, la casa no era pequeña, pero en definitiva era más del agrado del castaño.

Lo mejor de todo, era que no tenían vecinos, la casa estaba dentro de un terreno de considerable tamaño por lo que tenían una gran privacidad.

Y era lo que Josh más disfruta, Tyler organizaba "conciertos" privados para él en la parte trasera de la casa, preparaba todo un escenario, en su mayoría con cajas de cartón que estaban por tirar, la decorada y montaba un gran espectaculo, hacia todo eso solo para alegrar el día de Josh.

Mientras que Josh estaba sentando sobre una sábana que tendió en el césped, Tyler cantaba suavemente mientras tocaba un pequeño piano portatil que compró hace tiempo para poder llevarlo consigo a todos lados, estaba de pie delante de su escenario improvisado, donde también había colgado una luces de colores, haciéndolo brillar como una gran estrella.

Josh sonrió, viendo como Tyler caminaba hacia él sin dejar de cantar hasta que se sentó en sus piernas, abrazandolo por el cuello y murmurando la última parte de la canción sobre sus labios para después besarlo dulcemente. El mayor abrazó al castaño por la cintura, dejándose caer sobre la sábana.

—¿Te gusto la canción?, la escribí para ti—dijo Tyler, acariciando su nariz con la de Josh.

—La adoro, todo lo que haces me gusta, Tyler—respondió Josh tomandolo por las mejillas, dejando un pequeño beso en su boca.

Vulgar   {joshler}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora