Capítulo 6: Ojos que no ves, corazón que lo siente

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Un jardín lleno de hermosas flores rosas, margaritas, violetas, amapolas. Todo es hermoso y silencioso, demasiado silencioso. No hay nadie más que yo. Puedo correr como una niña pequeña con los brazos abiertos rodeando las columnas de mármol. Nadie me puede molestar, sólo estoy yo y mis pensamientos.
Entonces le veo, tan erguido como siempre, con su sonrisa de oreja a oreja diciendo: aquí estoy yo; pero no puede, está inmóvil. Tiene el brazo estirado hacia mí y aunque esté lejos salgo corriendo hacia él, diciendo su nombre; pero no me oye, igual que las demás personas que están en el jardín.

          Cuando me levanto, tengo una lágrima recorriéndome la mejilla; otra más a la colección de sueños rotos. Al instante me la quito con la manga del pijama azul que llevo puesto y me cambio rápidamente.
Hoy será un día largo, me digo.

No quiero ir al colegio y verle, no quiero oír cómo se ríen de mí a mis espaldas y me dejan aislada.

Cuando era pequeña veía películas románticas adolescentes porque soñaba que yo estaba en ellas y tenía mi y vivieron felices... Pero la realidad es muy dura, tienes que trabajar para conseguir lo que quieres aunque todo esté en tú contra, y lo que yo quiero o necesito en este momento es terminar este curso para que me den la beca.

Hoy es un día muy lluvioso lo cual me tendría que provocar disgusto ya que más ojos se fijarán en mí, pero no estoy de humor, sólo quiero que el tiempo pase y yo con él.

Pterseo no está en el autobús, no me sorprende después de lo que le dije, pero aun así me siento mal; aunque era lo mejor para ambos.

Mientras las pequeñas gotas de lluvia rocían mi ondulada trenza rubia, me dirijo a la entrada del colegio. En la entrada solo está un chico, es Pterseo; es imposible no reconocerle aunque no me esté mirando, y justo cuando estoy al lado suyo, se gira y le veo.

¡Lleva puesto unas gafas de sol marrones!

–¿Qué haces?– Le pregunto con la cara sorprendida.

– Puede que tuvieras razón con de lo no conocernos, pero quiero en verdad ser tu amigo. Porque hay algo, aunque todavía no sé qué es; que me atrae hacia ti y me impulsa a conocerte mejor. Si tú quieres.

Tendría que estar enfadada porque igual se está riendo de mis gafas de sol, pero no puedo; me he quedado congelada.

–¿De verdad?– le pregunto todavía con alguna duda.

–Crees que llevaría estas gafas sino fuera así.– bromea antes de darle un codazo.

Hay unos minutos de silencio antes de que le conteste con una medio sonrisa tímida: -Me gustan tus gafas, te quedan bien-

Él se ríe y dice: - Gracias, las he encontrado en el desván, son de mi abuelo.-

- Si quieres puedes quitártelas, ya me has convencido. -

– No, estoy entendiendo porque las llevas son muy cómodas y te dan un estilo misterioso y sexy.– dice mientras me río a carcajadas. –Además, no has escuchado mi gran discurso, voy a conocerte mejor. Y si para hacerlo tengo que ser más sexy, acepto encantado.–

Falta muy poco para que suene el timbre y que empiecen las clases, por lo que todo el mundo estará por los pasillos. Estoy nerviosa, pero Pterseo está al lado mío y eso me da el valor que necesito para abrir la puerta y entrar al colegio. Todavía no entiendo porqué quiere hacer esto, ser mi amigo, él es popular y yo una rarita; pero con paso firme caminamos por el pasillo.

Todas las miradas recaen en mí y luego en él, y así todo el rato. Cuchicheos, algunas exclamaciones e incluso gritos.

Pterseo no se detiene y se dirige a donde están sus amigos. Cuando llegamos nadie dice nada, incluso él; provocándome miedo, tal vez se ha acobardado o era una mentira.

Eterno Poder © #Wattys2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora