44-Hada Madrina

241 50 26
                                    

Me despierto asustada al detectar un leve cambio en la energia del lugar, he estado con la trinidad asi que sé como diferenciar a cada uno. Fue por eso que me atreví a golpear a Blancanieves. Ahora no me siento valiente, estoy vestida y he recuperado algo de mi fuerza, pero mi cuerpo tiembla al identificar a la protagonista de uno de mis temores. No tardo en localizarla, el hada madrina esta ahi y a su lado esta Edmure, ambos conversan en voz tan baja que no me permite escuchar nada mas alla que un murmullo.

Me siento en la cama y el Hada madrina gira su cabeza hacia mi, sus ojos brillan con intesidad en uno azul. Me recuerda al hielo. Una sonrisa amable se dibuja en sus labios – Pequeña Ella – Dice mientras se acerca a mi, sus pies no tocan el suelo – Edmure me ha contado de tus deseos y quiero hacerte un trato. No soporto verte sufrir, mi niña.

Miro hacia Edmure, pero él se mantiene relajado. Entiendo que hay algun juego entre la trinidad y que nosotros somos los peones del juego asi que supongo que es normal que quieran ayudar, aun asi estoy dudando.

– Ya tenemos uno en juego – Menciono con cuidado – Debo matar al rey, ¿No?

– Si, pero ha sucedido un cambio de planes, dulce niña necesito que lo mates ahora y bueno, no pusimos un plazo en el trato. Si lo haces... – Susurra con suavidad y apoya una de sus manos contra mi hombro, de cerca su rostro se ve hermoso y joven. Es como una muñeca de porcelana. – Yo te daré una corona, lo que siempre has querido.

– No creo que sea un buen...

Edmure da un paso al frente – Es la forma mas rápida, Ella. Si matamos al rey sus aliados se iran. – Se detiene cuando llega al lado del hada madrina y me mira a los ojos – Ambos tendremos lo que queremos, cariño. Confía en mi.

Confia en mi. Confia en mi.

Me pongo de pie y asiento – Lo haré.

El Hada Madrina hace un portal y sin dudarlo lo cruzo, no quiero seguir dudando de las personas y correr asustada como una niña por un ruido en el bosque.  Estoy entregando mi confianza a Edmure. Estoy dando un paso en la dirección que me haga feliz. Es mi tiempo de un cambio. Me lo merezco.

El portal me lleva a la sala del trono, el rey esta sentado en este y cuidado por cuatro guardias. A parte de ellos no hay mas. Se mira triste y solitario, en otra ocasión yo me habría sentado a los pies del trono y tratado de animarle. Que tan lejos se siente esto mientras avanzo en su dirección. Pienso en lo que su hijo y él me hicieron pasar, recuerdo como me arrodille cuando me coronaron princesa, pero en lo que suelo pensar mas en mi boda y lo mucho que sonrei ese dia. Una vez dijeron que yo significaba esperanza, la oportunidad de un futuro mejor, el amor eterno y puro. El tiempo se ha detenido asi que nadie viene hacia mi, entonces continuo avanzando ahora mas lento. Saco un estilete del interior de mi bota y me preparo, aun estoy lejos, pero necesito estar lista. Creo que voy arrepentirme, puedo sentirlo, no me he sentido tan bien y feliz desde hace tiempo y a cada paso solo logro pensar "¿Y si no es tarde para mi? ¿Qué pasaria si decido tener la vida tranquila que siempre he querido?" Podria decírselo a Edmure, sugerirle irnos a un lugar muy lejos de aqui y dejar esta tonta guerra. Sé que todo este tiempo he pensando en venganza y cambiar, pero extraño a quien solia ser. A esa chica maravillosa que era antes de la zapatilla. Aun puedo, estoy segura de eso. No soy totalmente mala. No, no soy mala. Puedo hacerlo. Tengo una oportunidad. Mataré al rey, tomare la corona y luego me ire de aqui, lejos, muy muy lejos. Seré feliz. Y Edmure vendra conmigo. Sé que solo debo pedirselo.

Pongo la punta del estilete contra su garganta, pero mi mano tiembla. Ver sus ojos solo me hace sentir mal, cuando estaba aquí siempre note los tristes que solian estar a pesar de que trataba de ocultarlos con su típica crueldad y rudeza, y aunque intentó sacarme de aqui la verdad es que si hubiera seguido su consejo habria escapado de este desastre. Es un hombre que amó y que no lo amaron, alguien que perdió a su esposa y tuvo un hijo que no sabe si tan siquiera es suyo. Él también fue traicionado. Y a pesar de que lo deteste ahora creo que de alguna forma siempre quiso protegerme. Me obligo a pensar que es mejor matarlo sin que sufra, lo repito en mi mente mientras deslizo la hoja de estilete por su cuello. La corona cae de su cabeza cuando termino.

– Toma la corona, niña – Dice el Hada Madrina. Ella y Edmure me observan desde las puertas. – Es tuya. Tu te la ganaste.

Lo hago solo para satisfacerla, pongo una rodilla contra el piso y la recojo. La coloco sobre mi cabeza y luego me levanto, el tiempo empieza a moverse. Primero hay sorpresa en los guardias pero después intentan atacarme, creo una historia y me preparo, pero no pasa nada. No hay una chispa cuando intento traer a la vida a mis criaturas. Aprieto mis manos contra mi pecho sintiendome vacia, como si algo me fuera arrebatado. Los guardias levantan sus espadas para atacarme pero son empujados contra la pared, el ruido de sus huesos contra la piedra rompe el silencio. Lentamente me pongo de rodillas, hay una parte de mi que ya no existe.

– No... No lo tengo ya – Susurro, apoyo mis manos contra el suelo – Se ha ido.

– Eres una Cazadora de historias, Ella y la regla es que no puedes matar a otro. – El tono de voz de Edmure es casi cariñoso – El libro te ha considerado indigna de tu poder.

– ¿Tu lo sabías? – Levanto mi cabeza y lo miro a los ojos, estan detenidos en un tono azul pálido. Se mira culpable y un poco arrepentido, quiero matarlo. – ¿Por qué me permitiste hacerlo?

– Porque soy un Cazador de historias, Ella y te amo, de verdad lo hago, pero no puedo matarte si eres una.

Antes de que pueda reaccionar la corona empieza a derretirse, llevo mis dedos al oro fundido mientras grito. Tengo resistencia física, pero tiene un limite y no soportaré esto. Mis dedos se queman al contacto, sigo gritando, hay demasiado dolor. Solo quiero que pare. Necesito que pare. Y de alguna forma lo hace, pero soy empujada contra la pared y sostenida ahi por algo invisible.

– Antes de que mueras – Dice Edmure – Necesito escuchar que me perdonas y que entiendes el por qué de lo que hago.

Mi cabello cubre mis ojos evitando que pueda verlo, pero me mantengo firme. El metal se ha vuelto duro y frio contra mi cabeza y aun duele, no sé como es que lo soporto. Intento concentrarme para responderle.

– Pudrete.

– Escuchame, solo hazlo.

Levanto un poco mi cabeza y la sangre corre por mis labios, sin darme cuenta me mordí la lengua cuando me golpeó contra la pared. Mi cabello se pega a mi boca y sonrio un poco, al menos si muero voy a llevarme un trozo de Edmure conmigo. Esa parte necesitada e influenciable. La que quiere que todos lo amen.

– No – Mi voz casi no escucha, entonces lo grito mas fuerte. – ¡No!

– No deseo lastimarte, Ella. Por favor escuchame.

Muevo mi mano y esta se aleja un poco de la pared, vuelvo a moverla empleando mas fuerza y libero mi brazo de su agarre. Retiro mi cabello de mis ojos y lo veo de pie, a dos metros de mi, luciendo de la misma forma en que siempre lo ha hecho Edmure Carta. Calculador e imponente. Tal vez para el libro yo no sea digna, pero he robado magia, magia que no me pertenecia y que espero que si pueda usar. Intento concentrarme y hago lo mismo que hice con Blancanieves pero la esfera no lo golpea, solo dio dos pasos a la izquierda evitandola.

– Ella, detente – Ordena Edmure, pero yo vuelvo a sacudirme. Libero mis brazos y después el resto de mi cuerpo, caigo al suelo agotada y de rodillas. El sudor cubre mi cuerpo, la respiración me falla y solo deseo descansar. Intento atacarlo de nuevo, pero no tengo fuerzas, Edmure sujeta mi rostro entre sus manos y me mira a los ojos. – Debes dejar de luchar, cariño. Solo rindete.

El oro vuelve a derretirse de nuevo, cae en uno de mis ojos y grito tanto que siento que he desgarrado mi garganta. De pronto caigo hacia atras, el metal empieza a enfriarse y unas suaves manos tocan mi rostro, puedo escuchar mas voces, pero no puedo verlos. Siento que voy a desmayarme en cualquier momento.

– No sabes cuanto espere para esto, Carta – Suena a la voz de Cheshire, deseo que sea él. – Muevete y te convierto en cenizas. – Hay un momento de silencio que es interrumpido por una risa – Sabes que no puedes meterte en esto, Madeleine. Puedes jugar todo lo que quieras con sus mentes, pero no se te permite interferir. Es la regla.

– Algun dia lograre matarte, Cheshire.

– Ya vete, Hada Madrina.

Las manos en mi rostro van hacia mi pecho, cada toque es hecho con suavidad – Intentare salvarte – No reconozco su voz, tampoco es que pueda identificarla. Estoy muy cansada. – Aun tienes muchas cosas por hacer, Ella.

Quiero decirle que lo único que quiero es matar a Edmure o al menos descansar a partir de ahora, pero mi cuerpo se va quedando dormido poco a poco asi que solo me dejo llevar agradeciendo que el dolor ya no me este torturando. De alguna manera estoy en paz.

Érase una vez una princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora