12-Una corona para una reina

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Tres dias después estoy sentada en la cama sosteniendo la zapatilla de cristal entre mis manos y observando al pequeño ratón en su interior. Gus se apoderó de la zapatilla después de que terminó de comer tomando asi su típica siesta reparadora. Algo menos Gus seguia siendo el mismo.

He estado fingiendo desde que encontré a Aisha, según mi plan todo debe continuar como si nada hubiera pasado hasta que Alicia de permiso para mi visita. Hoy llegó el conejo de nuevo. Entonces ya podía actuar. Mi mano ya estaba sana, pero seguía vendada por recomendaciones de Blancanieves y El Cazador, llamaria la atención que la princesa Ella tuviera amigos mágicos. Esto era un juego peligroso y he estado aprendiendo todo lo que puedo para estar al nivel de jugarlo y ganarlo.

Era hora de un movimiento.

Solté el agarre de mi mano vendada y la coloqué cerca de mi pecho, con la otra sustuve la zapatilla y a un Gus aun dormido. El Príncipe entró en la habitación con una expresión aburrida en el rostro.

– Me dijeron que llamabas – Alzó una de sus cejas – ¿Esta todo bien, Ella?

– Te tengo un regalo – Señalé hacia una caja de madera enorme ubicada cerca de la cama – Ya que ambos estamos bien y reconciliandonos pensé que seria un detalle que podrias apreciar.

Hubo duda en sus ojos por unos segundos, pero al final sonrió. Se acercó a la cama y me besó.

– Apuesto a que me gustará. – Susurró, yo sonrei. En los últimos días estuvimos actuando como si fuera como antes, imaginaba que él planeaba tenerme de nuevo a sus pies y luego mandarme la cabeza de Aisha cuando se informara que estaba muerta. Me manipularia de esa forma para que fuera sumisa y tuviera miedo de lo que él era capaz de hacer. Luego empezaria un juego de tortura mental en la que decía amarme pero se acostaría con prostitutas y sirvientas, me golpearía, pero siempre me pediría perdón después y volveríamos a repetir la rueda. Él estaba enfermo, obsesionado con mantener todo bajo su control y causar dolor. – Das los mejores regalos.

– Oye – Él levantó la mirada antes de retirar la tapa – Te amo – Susurré, la sonrisa que puso fue encantadora, hermosa, y se borró tan rápido en cuanto abrió la caja – Y tus soldados tambien, lastima que tuvieran que morir por eso, pero sus cabezas son hermosas, ¿No crees? Pensé en ponerlas en los muros. Hubiera sido genial, pero sonaba mejor como un regalo para mi amado.

– Son mis guardias.

– Lo son. –Asenti – Seis personas. Seis cabezas. Lamento que dos de ellas huelan realmente mal, aun asi sirven mucho.

Él avanzó hacia mi, yo bajé la zapatilla, el enojo entre ambos era evidente. Levantó su mano y golpeó mi mejilla con fuerza provocando que casi cayera hacia un lado y que mis mejillas dolieran. Probablemente quedaria una marca. Él volvió a levantar su mano listo para otro golpe, pero yo me reí.

– Atrevete a golpearme de nuevo y le dire al Cazador que te corte en dos.

– Soy su Príncipe, no puede matarme.

– Tampoco a mi, pero si tu mueres mi hijo seria el único heredero y no podrian lastimarme. No es algo seguro, pero estoy dispuesta a correr el riesgo si vuelves a golpearme.

Él soltó una carcajada – Soy intocable, Ella. Mi padre te matara si llegas a hacerme daño.

– Pero, mi príncipe no te he hecho daño alguno. – Fingí pensarlo un momento  – Claro que es algo que podria cambiar si tu me haces daño a mi. En esta habitación solo somos tu y yo. Ah, y El Cazador que esta en la esquina y al que probablemente no has visto. Ahora permiteme pasar que tengo que viajar. Fue un placer despedirme de ti, amado mio.

Me levanté de la cama y tomé la zapatilla, Gus salió estirando sus patitas y luego subió a mi hombro. Me coloqué los zapatos, lo hice con cuidado, después lo miré a los ojos. Podia ver rabia en ellos, una declaración de guerra silenciosa, pero es algo que ya sabia que haria. No me dejaria vencer mas, yo no era la tonta Ella, no lo seria nunca más.

– Me estas insultando y pagaras por ello – Me respondió, yo di un paso al frente – Destruiré todo lo que te haga feliz. Lo prometo.

– Te acabo de hacer una advertencia, William. Tu lastimaste a alguien para enviarme un mensaje y yo te mandé las cabezas de seis hombres, ¿Qué crees que hare la próxima vez?

Caminé hacia la puerta y una vez afuera tomé el pasillo que me llevaria a las afueras del castillo, estaba satisfecha. Después de esta visita al Pais de las maravillas si mi plan salia como queria tendria un reino poderoso de mi lado, no apoyando al rey o al principe, sino a mi. A la próxima reina. Entré en el carruaje, Aisha tenia una caja encima de su regazo, vestía un fino vestido de seda rosada y un pañuelo en su cabeza para cubrir el poco cabello que tenia. Blancanieves curó lo que pudo, pero habian heridas que tardarían en sanar. El Cazador subió ocupando el asiento enfrente de nosotras.

– Él buscará la forma de matarla. – Dijo él tomando la caja pequeña y abriendola – No es un tonto, al menos no por completo.

– Cuento con que lo intente – Gus saltó hacia el regazo de Aisha y ella lo acarició con cariño. El Cazador sacó una corona de cristal de la caja, no era una tierna o hermosa, era una corona hecha para producir miedo y respeto. Una corona con muchas lineas conectadas entre si dando la apariencia de ser creada por espinas. Bajé la cabeza, al hacerlo mi cabello cayó a los costados de mi rostro. El Cazador la colocó en su lugar con cuidado, el peso al principio me sorprendió, pero al levantar la cabeza entendi que era el peso correcto, la forma correcta, todo perfectamente hecho para la reina correcta. – Sino me mata primero lo haré yo.

– Lo sé, mi reina. – Dijo El Cazador – Esperamos ese momento con ansias.

Hola, paso a avisar que el primer capítulo de Érase una vez... Un conejo ya está disponible ❤

Érase una vez una princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora