15-Matrimonios y Bastardos

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– ¿Por qué me propusiste para esto? – Pregunté apoyando mis manos en la barandilla del balcón, enfrente del castillo un ejército de soldados descansaba, esperando ordenes. En los jardines había muchas criaturas muertas, desde sapos a bestias combinadas, en la entrada estaba un cuervo con espinas en vez de plumas, negro como el carbón, sujetado contra las puertas. Su sangre era azul y manchaba todo su cuerpo. Encima de un arbusto estaba un flamenco sin cabeza y a unos metros de este un ratón cortado por la mitad. En el camino un soldado carta llevaba un oso con cabeza de pez junto a otros soldados. El Pais de las maravillas se descontrolada muy fácil – No me conoces, apenas hemos intercambiado palabras.

– He investigado sobre ti – Respondió Edmure colocándose a mi lado, sus manos tambien se apoyaron contra el metal – Sé lo del principe, de tu hermanastra, de la hada madrina. Tengo información sobre todo lo que has vivido hasta ahora.

– ¿Cómo?

Sus ojos me evaluaron, él sonreía con diversión. Primera vez que lo veia hacerlo. – Me dedico a esto. Soy el amo de los secretos, princesa Ella, todos me temen porque yo lo sé todo. Por ejemplo, ayer tu esposo se acostó con una prostituta muy parecida a ti.

Levanté mi mano y lo golpee en la mejilla con fuerza, Edmure me miró sorprendido. Yo retrocedí un paso – Lo siento, ha sido mucho por un dia y estoy cansada.

Él avanzó hacia mi.

– Toda esa rabia, todo el veneno que cargas, es lo que te hace él. Quieres ganarle, pero sigues cayendo en sus juegos tontos, sabes ¿Por qué? Porque aún lo amas. Es mas facil odiar que amar, pero eso no impide que los sentimientos desaparezcan.

Bajé la mirada hacia el jardín en donde ya empezaban a retirar los cuerpos – Voy a matarlo.

– Espero que lo hagas pero si te sigues rebajando a su nivel, jugando con sus reglas, ¿Crees que podrás ganar?

– ¿Por qué confias en mi?

– No confio en ti, confio en tu belleza y en tu capacidad. Confio en que haras lo que tengas que hacer – Él señaló mas alla de donde los soldados estaban, donde extraños edificios y criaturas aladas resaltaban entre tanto color. Al parecer era una ciudad. – Convencí a Jack de que te pusiera a cargo por una razón.

– ¿Cual?

Él sonrió aun mas mientras me observaba – Quiero que conozcas el poder, Ella. Que veas como se siente. Esto es tuyo temporalmente, pero algun dia puedes tener uno que te pertenezca. Si te casas con alguien que pueda dartelo.

– ¿Contigo? – Pregunté alzando ambas cejas.

– ¿Por qué no? Eres hermosa, inteligente y haces lo que se tiene que hacer, incluso si eso significa matar. Yo soy un caballero, parte de la familia real, mucho mejor peleando que El Cazador y sé como liderar una guerra. Tu y yo podríamos gobernar todo.

Me alejé de la barandilla para lograr mirarlo por completo, él hizo lo mismo, y nos quedamos frente a frente. Estábamos demasiado cerca para mi gusto, podia sentir su aliento contra mi piel.

– No necesito ayuda para hacerlo. – Le contesté con la cabeza en alto – Puedo conquistar un reino sin ayuda externa.

– Entonces perderas tu corona mucho antes de tenerla. Observa a los guardias de alla – Susurró con suavidad – Ordenales poner orden a la ciudad.

Lo miré con desconfianza pero asentí – Guardias – Grité lo mas alto que pude, rápidamente tomaron una posición firme – Pongan orden en la ciudad. – Ellos respondieron con un asentimiento de cabeza y empezaron a moverse, lo hicieron en lineas perfectas, uno detrás de otros.

Edmure acercó su boca a mi oreja provocándome un escalofrio involuntario – Ese es el poder, Ella. El de una reina. ¿Tu tienes un ejército? No. Solo piensas matar al príncipe y al rey, pero ¿Cómo estas tan segura que las personas te seguirán luego de del eso?. Nadie logra nada sola, Princesa Ella y si crees que si terminaras muerta. No tienes ejercito, no tienes poder, nadie te sigue ademas de El Cazador y la sirvienta, tu reclamo para ser reina solo se basa en la idea de que te lo mereces, pero el merecer no conquista reinos.

Mis manos se apretaron en puños, pero sacudí lentamente mi cabeza – No voy a casarme contigo.

– De acuerdo – Respondió él en un tono bajo, amable – Rumpelstiltskin envía saludos y dice que puede darte lo que desees si matas a uno de los hijos del Príncipe.

– ¿Hijos?

– En las conquistas del Príncipe entran sirvientas, campesinas y prostitutas. Tiene una larga lista de bastardos regados en el reino.

Tragué saliva mientras negaba con la cabeza. Me había clavado las uñas en las palmas sin darme cuenta. Edmure se alejó sin decir más. Yo me quede ahi, totalmente sola, escuchando los latidos acelerados de mi corazón.

Érase una vez una princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora