35-Fuego y Muerte

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Me he cambiado a algo mas cómodo, unos simples pantalones y camiseta con mangas largas, los tacones los reemplacé por unas botas y escondí algunas armas como Edmure me enseñó. Lo he hecho todo en silencio, intentando pasar desapercibida, los gritos y risas son cada vez mas notorios haciendo que me sienta nerviosa. Se suponía que el castillo hoy estaria lleno de personas, ¿Cuanta de mi gente perderia por el rey y sus aliados? Al levantarme de la cama juré vengarme. No sé cuantas veces lo he hecho pero se siente bien hacerlo, te hace sentir cada vez mas seguro de lo que quieres hacer.

Avanzó hasta la puerta con mucho cuidado. El pequeño dragón vuela detras de mi, protegiéndome. No puedo defenderme totalmente, he cubierto la herida en mi hombro con una venda, pero aunque por una extraña razón sana rápidamente sigue doliendo y temo que al hacer algun movimiento vuelva a abrirse. Ya estoy demasiado cubierta de sangre para mi gusto.

Cuando estoy a dos metros de la puerta un fuerte golpe la abre y una mujer queda a la vista, esta vestida de negro, sus ojos son completamente oscuros y el cabello lo tiene sujeto en una apretada trenza. Al observarla de nuevo noto que sus manos son de plata y que pueden moverse aunque con algo de rigidez. No quiero imaginarme lo que puede doler uno de sus golpes.

– ¿Quién eres? – Pregunta mientras saca una afilada espada de su cinturón – ¿Eres de aquí? Contesta.

Hago mas grande el dragón llamando su atención, este crece hasta cubrir gran parte de la habitación y luego lo hago inclinarse hacia adelante.  La mujer corre en dirección al dragón con la espada en alto pero el fuego al alcanza primero. Retrocedo para evitar el calor del fuego y solo los abro hasta que ha terminado. Lo devuelvo a su forma original y corro hacia afuera, antes de que lo logre Gus salta desde la pared y cae en mis manos, lo guardo en una cajita debajo del armario. Esta mas seguro ahí que conmigo. Entonces continuo, salgo al pasillo y me dirijo en dirección a las habitaciones de Dorothy y Artrerick. Debia ir con ellos primero para lo que tenia en mente. Me sorprende encontrar todo vacio, hay manchas de sangre, pero no cuerpos ¿A donde se los llevaron?

En medio camino una mano me detiene y luego un brazo me sujeta por la cintura, me arrastra al interior de una habitación y yo no protesto, conozco su tacto. Edmure me suelta una vez estamos adentro y cierra la puerta, la luz esta encendida asi que puedo observarlo bien. Todo su rostro tiene heridas, son cortadas largas y poco profundas, y en su cuello hay una hecha en linea recta como si quisieron decapitarlo. Sus ojos son negros y se refleja furia en ellos, levanta una mano y la pone contra mi mejilla. Me mira con mucho cuidado, quizás trata de encontrar algun daño, cuando termina suelta un suspiro con mucha lentitud.

– Traes el reloj – Susurró con cansancio – ¿Donde lo conseguiste?

– Jack El mata gigantes – Respondi de igual forma – ¿Cómo entraron?

– Por supuesto, maldita seas Alicia – Cerró los ojos intentando calmarse – Cuando recien vino Alicia ella y Jack fueron a un reino cercano y encontraron a un niño que tenia frijoles mágicos que graciosamente también se llamaba Jack. Subieron a la planta, mataron a los gigantes y Alicia le regaló el reloj solo para molestar a mi primo. Desde ese momento el otro Jack se llevó el crédito y Alicia hizo una alianza con ese reino dejando una puerta abierta de ese lado. – Apretó los labios con fuerza y abrió los ojos – ¿Cómo pude olvidarlo? Se supone que debo saberlo.

Me acerque y lo abracé con fuerza, pero el aroma a humo y sangre me golpeó. Si tuviera más tiempo le habría preguntado. Me respondió al abrazo relajándose poco a poco.

– No puedes saberlo todo, Edmure. Es imposible. – Susurré cercs de su oreja – Hay que concentrarnos en que haremos. Maté a Jack y tengo el reloj, pero vi a una mujer con manos de hierro. Ellos no son del ejército del rey.

– Pertenecen a las manos de hierro, ejército élite del rey Dolorido creado en honor a su madre y hay que temerles. No son fáciles de derrotar. – Volvió a suspirar y apoyó su rostro contra mi cuello – Dame un momento y pienso en algo… Esta noche casi muero quemado. – Hizo una pausa, a pesar de que intenta ocultarlo puedo sentir que tiene miedo – De todas las muertes posibles esa no.

No sé en que punto Edmure y yo logramos conectarnos, pero asi era. De alguna forma somos una pareja. Lo que es divertido porque siempre me negué a eso. Con una mano acaricio su cabello mientras yo tambien intento pensar. Esta noche tambien casi he muerto y casi fui... No quiero recordarlo.

– ¿Puedes invocar a las bestias?

– No. Han protegido el castillo con una barrera antimagia asi que no podria hacer llegar el llamado.

– ¿Y si liberamos los monos? Iba a hacer eso antes de que me detuvieras.

Edmure se alejó para mirarme a los ojos – Podria funcionar, pero debemos llegar abajo. No será difícil.

– He descubierto algo sobre mi – Su expresión no cambió asi que entendí que él ya lo sabia, claro que si. Maldito Edmure. – Hay que intentarlo.

Edmure se inclinó y me besó, sus labios eran suaves y se movian con lentitud sobre los mios. Me gustaba que se tomara su tiempo, que por un momento nos alejaramos de todo esto y solo fuéramos dos personas en una habitación. Cuando nos separamos nos miramos fijamente y lo tomé de la mano arrastrándolo hacia fuera. Cree el pequeño dragón de nuevo, lista para lo que viniera. Me he dado cuenta de muchas cosas y es que me estuve limitando y subestimando toda mi vida, siempre pude ser mucho mas de lo que yo pensaba. Y esto era la prueba.

La mano de Edmure me atrae hacia él cuando intento caminar y lo miro con confusión, antes de que hablara puedo ver en su otra mano dos anillos. Y habia algo en ese gesto que me hace sentir duda de lo que nos espera esta noche.

– Solo por si acaso – Dice tomando uno de los anillos – Ella, mi reina, ¿Quieres casarte conmigo?

Lo esta haciendo como mi tradición asi que no puedo evitar sonreír y asiento. – Si, acepto – Él desliza el anillo en mi dedo, reemplazando a aquel que perdí cuando se lo di a Blancanieves en un simple movimiento. Yo tomo el otro anillo y luego le quito el guante, su mano queda a la vista, pero no siento asco alguno por esta por lo que la tomo con mi otra mano para que lo entienda – Edmure Carta, ¿Quieres casarte conmigo?

– Acepto – Responde con una sonrisa que no llega a sus ojos y se que es lo que hace. Lo que busca con esto. Es un seguro, si algo llega a pasarle el poder me quedaria a mi. – Solo si evita que me mates mientras duermo.

Suelto una risa y deslizo el anillo por su dedo – Ni eso te salvará.

Un grito rompe el silencio y lo próximo que se es que el dragón ha caido al suelo y desaparece en una bomba de humo. En el suelo queda una daga con un símbolo de mano. Levanto la vista y hay tres personas enfrente de nosotros, doy un paso hacia el frente y preparo un nuevo cuento pero antes de poder hacerlo un objeto pasa por mi lado. Giro tan rápido como puedo y lo que sé es que pronto estoy congelada en mi lugar, tan sorprendida que ni siquiera sé como reaccionar.

En la frente de Edmure, justo entre sus ojos, esta otra daga. Clavada hasta la empuñadura. Aun sigo sin poder creerlo, pero su cuerpo cae hacia atrás y se queda completamente inmóvil sobre el frio suelo.

Él ya no respira.

Érase una vez una princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora