13-Un feliz no cumpleaños

825 145 51
                                    

Después de largas, muy largas horas, el carruaje por fin se detuvo. Gus saltó hacia el hombro de Aisha y se acomodó ahí mientras todos bajamos. Estabamos frente a una cueva, no en una madriguera de conejo como pensé que seria, ¿El libro estaba mal? El conejo salió del interior de la cueva tocando una trompeta y segundos después diez jinetes se robaron la atención. Entre ellos destacaba un joven de cabello negro con un sombrero multicolor decorado con flores, alrededor de su ojo derecho habia un corazón hecho con brillantina, usaba guantes naranjas y su ropa tenia dos tonos de colores, azul y naranja. El otro que destacaba mas era un hombre apuesto, cabello negro tambien pero mas largo, usaba una armadura roja, uno de sus ojos era dorado y el otro azul. Ambos parecian ser sacados de un sueño. Era impresionante. Los otros jinetes tenian sombreros rojos, armaduras azules y sostenían banderas con el simbolo de un sombrero y un conejo. Cuando se detuvieron enfrente de nosotros ellos quedaron atras.

– Nuestra reina Alicia nos envió a recibirlos – Dijo el joven – Mi nombre es Sombrerero Loco, hijo del Sombrerero Loco original y la Reina Blanca. Mi compañero es Edmure Carta, capitán de la guardia. Sean bienvenidos al Pais de las maravillas.

Yo sonrei, de pronto estaba emocionada – Mi nombre es Ella, mi amigo es El Cazador y la joven se llama Aisha. Gracias por recibirnos en su reino.

Edmure asintió, pero mantuvo su rostro inexpresivo – El placer es nuestro, Princesa Ella. La reina Alicia esta feliz de recibirlos, por favor suban a los caballos para que sean guiados al interior. – Edmure estiró su mano hacia mi y yo la tomé, el caballo era un poco mas grande de lo que esperaba asi que El Cazador tuvo que ayudarme. Aisha se subió en el del Sombrero y El Cazador en el de uno de los guardias al igual que los guardias que traje conmigo. Por dentro suplicaba que no fuera una trampa – Princesa Ella, por favor sujétese a mi.

Envolví mis brazos alrededor de su torso con fuerza a pesar del frio metal que cubria su cuerpo, la trompeta volvió a sonar y a un galope rápido nos dirigimos hacia el interior de la cueva. Lo único que encontramos adentro fueron flores pequeñas flotando en el aire y algunos bichos extraños que brillaban como las luciérnagas.

– ¿Al salir de la cueva podremos ver el reino? – Pregunté sintiendo un poco de nauseas por el movimiento del caballo – ¿Puedes ir un poco mas lento?

– Por supuesto, mi princesa – Redujo el paso a algo mas lento, apoyé mi frente contra su espalda y traté de controlar el malestar. – ¿Mejor?

– Si.

– Bien, digame si vuelve a sentirse mal. Su salud es importante para nosotros y para nuestra reina – Su voz fue suave, tranquilizadora. Asentí apesar de que no pudiera verme. – Este es el camino mas seguro para entrar. La madriguera del conejo es un lugar al que es difícil de pasar, ademas de agotador y se conserva para enemigos.

– ¿No es peligroso tener este camino abierto?

– Por supuesto, mi princesa – El Sombrero se acercó a nosotros mientras hablaba – La reina Blanca lo mantenía abierto para que todos fueran bienvenidos, pero cuando mi Alicia ascendió al poder cerró estas puertas y permitió que las bestias se mantuvieran aquí en caso de que alguien pudiera pasar. Nadie nunca ha llegado al otro lado.

Dirigí mi mirada hacia el techo de la cueva, varios ojos de diferentes colores me devolvieron la mirada.  Devolví rápidamente mi atención al joven Sombrerero.

– ¿Mi Alicia? – Pregunté tratando de cambiar de tema.

– Es mi esposa, Princesa Ella – Su sonrisa creció al decirlo – Yo soy el rey del Pais de las maravillas.

– Alicia tiene diez años.

Él me miró frunciendo el ceño – La última vez cuando alguien de tu tierra vió a Alicia fue cuando tenia diez. El tiempo aqui es diferente, es rápido o lento, a veces se detiene. No tenemos tiempo exacto, pero si preguntas por edad de tu tierra mi reina tiene dieciséis.

– ¿Y tú?

– Naci hace mucho tiempo, no sé cuántos años tengo, pero sigo siendo ¿Un adolescente? En lo poco que he leído de tu tierra, Princesa Ella suelen llamarlo asi. Espero no equivocarme.

– No lo haces – Hice una pausa tratando de buscar la forma correcta de expresar mi siguiente pregunta – ¿Cuanto tiempo llevan casados?

– Dos meses.

Sacudi la cabeza – No puedes amar a quien apenas conoces.

– Estoy de acuerdo, pero yo la conocí desde hace tiempo, Ella. Desde que vino aquí. Yo fui rey solo porque Alicia me lo pidió, no éramos nada entonces, yo era un niño torpe que le gustaba hacer sombreros y Alicia una niña muy inteligente que tenia ideas para mejorar al Pais de las maravillas y bueno, cuando estás se le fueron negadas por la reina Blanca la derrotó para ocupar su lugar y librar a su gente de la esclavitud y crueldad de los de tu tierra. Estoy enamorado de ella desde el dia en que la conocí, y mucho mas desde que crei en ella para gobernarnos. Alicia me ha correspondido con el tiempo hasta que aceptó casarse conmigo a pesar de que el trato de que yo fuera rey estaba libre de una relación. Ella pudo amar a cualquiera, pero me eligió a mi.

Recuerdo haber dicho alguna vez esa frase y sentirme afortunada por eso. Al menos alguno de los dos si encontró lo que buscaba.

– ¿Qué es el amor? – Le pregunté.

El Sombrerero se rió – Es un poco de esto, y de eso otro. Algo de alla y de aca. Es una combinación de todo. De nada, de estrellas, de flores, árboles, piedras y conejos voladores.

– Eso no tiene sentido.

Alzó ambas cejas sonriendo – El amor no tiene sentido, Ella. El verdadero amor es una locura. Es la única forma en la que sabes que lo es.

Salimos de la cueva segundos después, pero a donde llegamos fue a un camino de piedra y no al lugar que yo habia imaginado y deseado. Nos conducieron por el hasta llegar a la entrada de un castillo protegido por hombres cartas y hombres normales. El Castillo tenia un jardin frontal enorme lleno de flores rojas, anaranjadas y azules de distintos tipos. Al parecer era el color que Alicia eligió. Me gustaban. Edmure bajó primero y luego ayudó a bajarme, fue cuidadoso al hacerlo. Despues me ofreció su brazo para caminar, lo acepté con un poco de desconfianza. Todo por lo que habia pasado me enseñó que cualquiera podia traicionarme.

Nos conducieron al interior, en los pasillos, habitaciones y demás lugares habían cosas realmente extrañas y fascinantes, como los flamencos que limpiaban o los Sapos practicando un coro. Me sentia como una niña, solo quería detenerme y observar todo, pero primero mi plan. De eso dependia nuestras vidas.

En el salón del trono había una joven hermosa, de cabello rubio con una corona de color rosado hecha con flores, en su ojo derecho tenía un corazón de brillantina rosada al igual que el Sombrero, aunque el de él era color rojo. Su vestido le llegaba a la rodilla, de falda acampanada, tenia dibujos bordados en toda la tela. Se levantó del trono al vernos y sonrió.

– Mi reina Alicia – Dijo el Sombrero poniendo una rodilla en el suelo.

Alicia hizo una reverencia – Jack. – Fue lo único que dijo, pero en la forma en que se miraron era algo de ellos dos. Un juego intimo que guardaban entre si. Luego dirigió su mirada hacia mi, noté que sus ojos eran azules. Tan azules como el mar. Eran hermosos. – Princesa Ella, es un honor tenerte aquí. Me han dicho que creciste en el pueblo y no en un Castillo, ¿es cierto? Bueno, no importa. ¡Acércate! Vamos a tomar té. Hoy es el no cumpleaños de Jack. – Corrió hacia una enorme mesa ubicada en el lado derecho del salón y tomó un sombrero, era violeta y tenía pequeños puntos amarillos que hacían de estrellas. Después volvió hasta donde Jack seguía arrodillado – Mi rey Jack, aquí su nuevo sombrero.

En toda mi vida no he visto a nadie sonreír asi, nisiquiera a William cuando estaba bajo el hechizo. Tal vez era por eso. No podías fingir ese amor. No habia forma de que alguien te amara de esa manera al menos que fuera la correcta, ¿Existía eso para todos o solo algunas personas tenían el privilegio? Jack quitó el sombrero de su cabeza y Alicia puso el nuevo.

– Gracias, mi Alicia.

Antes de que el Sombrerero se levantara una daga se atravesó en mi visión y dió en el pecho de Alicia. La joven retrocedió intentando mantener el equilibrio mientras llevaba sus manos a la daga, pero al final terminó cayendo al suelo. La sangre se expandió por la tela del vestido. Cuando miré de donde provenía la daga El Cazador tenia contra el suelo a uno de los guardias del rey.

Su plan nunca fue hacer una alianza, era matar a Alicia.

Érase una vez una princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora