4-Morado para funerales

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Esa noche dormí en una habitación de invitados con Gus como compañia, pero la verdad es que apenas pude descansar. No podia escapar a este trato, era una trampa. En cualquier caso me matarian. Vine aquí en busca de un final feliz, ¿Cómo es que creí que aqui lo encontraria? Era un lugar lleno de lobos.

Al salir a desayunar en uno de los pasillos me encontré con Drizella, ella portaba un apretado vestido morado con bordados de flores, en su cabello negro habian flores de oro entre sus trenzas y en su cuello un collar... Un collar de oro con un dije en forma de corazón. Apuesto que su nombre estaba tallado en uno de los lados. Drizella sonrió acercándose a mi con pasos suaves y elegantes.

– Volvemos a compartir casa – Dijo en un tono burlón – Y no puedo creerlo, Cenicienta tambien compartimos al príncipe. Eso nos hace pasar de hermanastras a hermanas, ¿no? Digo ya que somos tan cercanas.

– Te dirigirás a mi como "Mi princesa" – Respondí.

Tengo el suficiente poder como para protegerme, para exigir respeto, soy una princesa ¿Cómo es que no habia pensado en lo que significaba mi titulo antes?

– Diculpe, Mi princesa Cenicienta – Drizella hizo una pausa totalmente divertida – Pero imagino que al acostarme con el principe eso me vuelve una princesa, ¿no?

"La zapatilla hace que el principe o cualquier persona que desees este enamorado de ti"

Me quede en silencio, observándola. Drizella no era bonita, no, a los hombres les gustaba su figura y su voz elegante. A las mujeres el como las hacia sentir importante. Pero su rostro... Su rostro era feo. Por eso me odiaba porque su inseguridad la obligaba a hacerlo.

– Tu me amas, Drizella – Mi hermanastra me miró sin entender, pero yo continue – Si, tu me amas, pero fingiste odiarme por tu hermana Anastasia. Eran un equipo, si ella te decia que me odiaras tu lo harías. – Di un paso hacia el frente. La zapatilla brillaba con un color azul – Puedo verlo en tus ojos, tu aun me amas, ¿Verdad?

– Yo... Yo... – Drizella asintió levemente y yo coloqué mi mano en su mejilla. No sabia que estaba haciendo, pero solo segui. De alguna forma sabia que iba por el camino correcto. – Te amo, Ella.

– Lo sé – Susurré – Acercate a la ventana quiero que mires hacia el reino – Drizella asintió siguiendo mi petición. Al final quedó de espaldas hacia mi. En ese momento me di cuenta que su cuerpo sufria de temblores, ¿Se estaba resistiendo al poder del collar? – Es un paisaje muy hermoso, ¿No, Drizella?

– Asi es, mi princesa.

Me acerque a ella y puse mis dos manos en su espalda, con todas las fuerzas que reuni la empuje. Su cuerpo se doblo sobre el borde de la ventana, intentó agarrarse, defenderse. Entonces la volví a empujar. Observé su cuerpo caer en el aire, su vestido la hacia ver como si flotara, pero al final impactó contra el suelo. La sangre manchó su vestido y se extendió como una nube a su alrededor.

Puse mis manos sobre mi boca, totalmente asustada, ¿Qué habia hecho?. Una voz dulce en mi cabeza me felicitó, y me llamó reina. Reina. Reina. Reina. Mire hacia abajo, donde varias personas ya estaban cerca del cuerpo, y sonreí un poco.

Érase una vez una princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora