Capitulo 32

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Jack levantó la cabeza cuando Edmure se acercó, lo hizo con lentitud y utilizando la poco fuerza que tenia. Estaba cansado y las cadenas le apretaban mucho. Ademas la oscuridad en la cueva le asustaba.

– Hola, primo – Dijo Edmure acercando la antorcha a su rostro para observar al Sombrerero – Hice lo que me pediste. Envie a Alicia dentro del espejo.

En los labios de Jack se formó una sonrisa, pero ese breve sentimiento de felicidad no llegó a sus ojos. – Alicia me odiará.

– Es tu esposa, Jack seguro lo entenderá.

Jack negó con la cabeza suavemente provocando que su cabello le cayera sobre los ojos. Edmure dejó la antorcha clavada en la tierra a un lado de ellos y le ayudó a quitarle las cadenas.

– Tu conoces a Alicia, no lo hará. – Respondió Jack – Ama ser reina. Esta en su naturaleza.

– Entonces miente – Dijo Edmure mientras terminaba de soltar la última cadena de las manos de su primo. Jack se acostó sobre el suelo y apoyó las manos sobre su abdomen con una mueca de dolor – Es la única forma en que puedes evitar que te odie.

– Nunca le he mentido, Edmure.

Edmure se sentó de nuevo mientras trataba de entender la actitud de Jack. Él podia reconocer sentimientos, pero eso es todo. En su larga vida no pudo experimentar mucho, Edmure tuvo que crecer demasiado rápido y lo que sucedió con su madre y hermano lo dejó lo suficientemente herido como para aislarlo de los sentimientos comunes y desdibujar la linea que había trazado de lo correcto e incorrecto. Edmure podia reconocer los sentimientos, utilizarlos a su beneficio, pero no entenderlos. No del todo. Es por eso que le costaba simpatizar con la negación de Jack sobre mentirle a Alicia asi que solo se quedó en silencio. Jack movió su cabeza en su dirección ante la falta de respuesta de Edmure.

En estos momentos cuando su primo le miraba de aquella forma como si le pidiera que entendiera hacia que se sintiera miserable e inútil.

– ¿No diras nada? – Preguntó Jack con voz cansada.

– No diré palabras que me hagan sonar como un tonto. No tengo nada que agregar a tu decisión.

Jack suspiró – ¿En serio me haras esto?

– No lo entiendo y tu lo sabes.

La mirada de Jack se suavizó – Cierto, aun trabajamos en eso. Lo siento, Edmure – Hizo una pausa mientras dirigia su atención a las llamas en la antorcha – Amo a Alicia y sé que si le digo la verdad la perderé, pero si le miento significa que no soy digno de su confianza y cargaré con ello por el resto de mi vida.

– ¿Por una simple mentira? – Edmure alzó una ceja, algo disgustado – Jack, tu sacrificaste mucho por Alicia, ¿O se te olvida el momento en que tu esposa puso de rodillas a tu madre y le arrancó los ojos?

– No metas a mis padres en esto, Edmure o me obligarás a meter a los tuyos.

Edmure parpadeó, en su cabeza escuchaba campanas. Siempre sucedia cuando se tocaba el tema. Era una tortura inexplicable. Apoyó las manos contra sus orejas. Se quedó asi hasta que el sonido desapareció, a veces podia disimularlo como lo hizo con Ella, pero en otras ocasiones era demasiado fuerte. Jack decia que era su forma de lidiar con el dolor, con campanas.

– Lo siento – Se disculpó El Sombrerero mientras se sentaba – Escucha, Edmure debes entender esto. Es importante para mi la confianza de Alicia por lo que si le miento y ella se entera jamas, jamas, volvera a hacer igual. La perdere para siempre, ¿Entiendes?

Edmure no lo hacia, o tal vez si solo que realmente no le interesaba, pero asintió de cualquier forma. Él si era un mentiroso.

– Entonces dile que planeaste conmigo lo de hacer que el Hada madrina mandara a Dorothy aquí e hiciera parecer que se hizo aliada del rey. Tambien dile que yo fui quien abrió las puertas en las dos ocasiones y... – Jack cerró los ojos mientras respiraba profundamente. Estaba tratando de contener un ataque de pánico. Edmure decidió contener sus palabras y cambiar el sentido de lo que quería decir. Por alguna razón era importante no mentirle a Alicia asi que aunque no compartiera el sentimiento o pensamiento debia apoyarlo. – Y hablale sobre que tuvimos que fingir que ambos murieron para evitar que de verdad sucediera. Tienes que contarle sobre lo que vimos y la masacre que viene. Sé honesto. Alicia te perdonará, tu eres su pareja, y han estado juntos desde el inicio y después de tu desaparición lo único que quiere hacer es estar contigo.

La respiración de El Sombrerero se tranquilizó y asintió lentamente, al abrir sus ojos ambos eran azules como el color del oceano. – Estoy listo, llevame al espejo.

Edmure se levantó y creó el portal utilizando un pedazo del espejo, después hizo una señal para que Jack avanzara.

– Edmure – Dijo él dando media vueltas justo antes de entrar, antes de que Edmure pudiera reaccionar su primo lo rodeó con sus brazos fuertemente. – Gracias – Luego se apartó – Te quiero, Edmure.

Edmure no supo como responder, pero una mueca extraña, muy extraña y fea casi como si fuera una sonrisa se dibujó en sus labios. Entendia y compartia el sentimiento. Era uno de los pocos que experimentaba.

Jack cruzó el portal segundos después y Edmure se quedó solo con la suave luz de la antorcha iluminando la cueva. Le hubiera gustado responder que tambien lo queria, pero ya era tarde.

Edmure volvió a El Pais de las maravillas dando un pequeño paseo en que se encargó de ver la situación en las ciudades. De no haber sido Edmure Carta hubiera muerto entre las protestas, las criaturas se encontraban disgustadas con el actuar de Alicia con el cocinero y sus hijos y se tomaron las calles ademas de hacer destrozos. Edmure no dijo nada, solo pasó cerca de ellos reuniendo la toda información posible.

En el camino recogió un objeto de su antigua casa, tuvo que pedirle a un búho que si hacia el favor de entrar y buscar un juguete. Cuando murió su madre y hermano jamas volvió ahí. Cada vez que lo intentaba las campanas sonaban y sus oidos empezaban a sangrar.

Después fue a su habitación a cambiarse, queria algo formal para la ocasión, habia citado a Ella en el balcón real y queria estar lo mas presentable posible. No utilizó guantes esta vez, a pesar de que siempre lo hacia. De todas las partes de su cuerpo la espalda y manos fueron las únicas partes de su cuerpo que no pudo sanar totalmente y siempre prefería mantenerlas ocultas. En este momento queria que Ella las viera, no supo porqué.

En la tradición de los Carta siempre se daba algo de valor cuando se iba a pedir matrimonio, un objeto que fuera importante, y Edmure no tenia cariño alguno hacia algún objeto. A excepción de uno. Entregarlo no provocaba campanas en su cabeza solo un profundo sentimiento de abandono, pero si lo hacia podia pedirle matrimonio a Ella como era debido. Siempre se negaba asi mismo el si sentia algo o no por ella, realmente preferia seguir creyendo que sus únicos vinculos con Ella era un objetivo en común pero mentirse no se le daba bien, aunque lo negara se enamoró (o lo más próximo que alguien como él pudiera estarlo) y estaba seguro que no tenia que ver solo con su belleza. Edmure siempre temió el abandono y la perdida, pero ahora encontraba a alguien tan poderoso como él y eso le daba el impulso de intentar de verdad una unión sentimental y no solo beneficiosa. Si ambos tenian tanto poder como para conquistar todos los reinos entonces... Entonces no podria perderla.

Encontró a Ella ya en el balcón observando el paisaje que le ofrecia la altura de la torre, ella vestia un largo vestido de color dorado con un bordado de flores hecho en hilo de oro y el cabello lo traia recogido en un moño. Al darse cuenta de su presencia dió media vuelta.

– Hola, Edmure – Dijo Ella con una sonrisa que no se notó en sus ojos. Cuando Edmure la miraba asi solo podia preguntarse si alguna vez le sonreiria como lo hizo con William tantas veces. – ¿Qué es tan importante?

Edmure apretó el juguete en su mano – Recordé hace poco que te ofreci que nos casaramos de forma muy insignificante – Dijo mientras daba un paso al frente – Y no de la forma en que te mereces.

Edmure se sintió estúpido cuando apoyó una rodilla en el piso y llevó su mirada a la de ella. No porque el momento lo requiriera. En su mirada deseaba ver algun sentimiento, algo que le indicara que le importaba lo que él estuviera haciendo.

– En mi familia la tradición es dar un objeto de valor, mi abuelo le dio un sombrero a mi abuela, mi padre una espada a mi madre y yo... Yo quiero darte esto. – Abrió su mano dejando a la vista un pequeño juguete de madera con forma de conejo. Las campanas hicieron presencia, pero se obligó a soportarlas.– Era de mi hermano.

Un sentimiento raro recorrió a Edmure de pies a cabeza cuando Ella no dijo nada, pero se forzó a continuar. Seguro no entendia a que se referia. Él sonrió dejando las campanas a un lado, Edmure nunca fue alguien verdaderamente expresivo, siempre fingía las emociones, pero en ese momento no. Sentia algo parecido al nerviosismo y al concentrarse en los ojos de Ella se dió cuenta de que en ese momento solo eran ellos dos. A pesar del raro significado que esto tuviera.

El viento acarició su rostro retirando su cabello oscuro de su lugar. A Edmure no le importó. En realidad le animó a hacer la pregunta:

– ¿Mi querida Ella, quieres casarte conmigo?

Érase una vez una princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora