Han pasado dos días. Sin embargo, todavía puede recordar el aroma de sus cabellos con mucha claridad. Observa el cielo y el sonido de su voz invade su cabeza, lo destruye internamente, lacera su corazón una y otra, y otra vez. Estaba tan cerca. Extiende la mano, como si quisiera atrapar el sol en su puño. La luz que se derrama sobre él es tan intensa como el color ámbar de sus ojos, le calienta de maneras que nunca había experimentado antes.
- Te quedan cinco días - el chico de lentes bloquea su visión. Tiene una mirada seria y siniestra en su rostro. Su presencia le da miedo, pero no lo demuestra.
- Lo sé - deja que su mano repose sobre su pierna y chasquea la lengua - ¿qué pretendes realmente?
- Divertirme, ¿qué más puedo querer? - a pesar de sus palabras, mantiene la misma expresión, que parece decir todo lo contrario - sería mejor ver cómo lo destrozan entre todos, también te gusta la idea, ¿no?
- Lo has convertido en algo personal y no pienso dejar que me quiten el crédito - se encoge de hombros y piensa en lo imposible que le resulta ahora poder hacer algún movimiento. Yaguchi parecía realmente disgustado.
- Sabes que puedes parar cuando quieras.
- ¿Eh? ¿De qué hablas?
- Si me dices lo que de verdad sientes por él, entonces me quedaré callado. Después de todo son sentimientos, aunque sea lo más asqueroso del mundo.
Tamura analiza sus palabras y, por alguna razón, no le cree. Ser honesto con él sería como darle un arma para que dispare directo a su cabeza. No es tan tonto para hacer algo como eso. Si las cosas siguen de esa manera, tendrá que buscar algún tipo de solución que no tenga que ver con sexo. Lamentablemente.
- Ya te dije que no.
- Tamura-sempai - los dos voltean, sorprendidos por la repentina aparición del cobrizo. El corazón del azulado se desboca e intenta controlarse, sabe que Shikatani está estudiando de cerca cada una de sus reacciones y no piensa darle lo que quiere.
- ¿Qué quieres? - suelta de mala gana.
- ¿Podrías venir conmigo, por favor? Alguien me dio un mensaje para ti - su sonrisa resplandece con pequeños brillos dorados alrededor. ¿Quién podría imaginar que en realidad es un pequeño ángel caído? Tamura se siente fascinado al pensar que solo él conoce su otro lado.
- ¿Yo? Sí, claro - se pone de pie sorprendido y nervioso - nos vemos en el club - se despide de su compañero y empieza a caminar detrás de él. No llega a igualar su ritmo, se limita a seguirlo con las manos dentro de los bolsillos, fingiendo una actitud despreocupada.
- Quería disculparme por lo que pasó el otro día - dice de forma intempestiva, después de asegurarse de que están solos - espero que no me odies.
Sus ojos azules se abren más de la cuenta. ¿Disculparse? ¿A qué se refiere con esas palabras tan extrañas? Además, ¿por qué sigue actuando de esa manera? No hay nadie cerca, nadie puede escucharlo aparte de él, así que no tiene sentido que siga conservando esa máscara.
- ¿A qué estás jugando ahora, niña horrenda? ¿No has tenido suficiente? - en realidad quiere decirle que nunca podría odiarlo, pero no tiene la capacidad para verbalizar ese tipo de cosas. Se golpea mentalmente por ello.
- He estado pensando todo este tiempo y creo que fui injusto contigo al comportarme de esa manera. Por favor, ¿puedes decir que me disculpas, Tamura-senpai?
- Deja de decir tonterías - te perdonaría incluso si me clavaras un puñal por la espalda - ¿por qué estás...? - el menor se voltea. Tiene las mejillas rojas y el flequillo cae sobre sus párpados, cubriendo sus ojos.
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HERMOSA PESADILLA [YACCHAN ♡ TAMURA]
Fanfiction- ¿Qué mierda quieres de mí? - el cobrizo lo mira, destilando el odio más profundo que hay en su ser. - Todo - su respuesta es simple y, sin embargo, está llena de muchas cosas que no es capaz de decir con palabras. Quiere acercarse, pero sabe que...