Se detienen frente a la casa de Yacchan. Casi no encuentra diferencias con respecto a la única y última vez que estuvo ahí, excepto por un bonito rosal que empieza a florecer. Ambos decienden del auto y caminan juntos hasta llegar a la entrada. El menor le dirige una mirada vacía como queriendo comprobar que aún están dispuestos a seguir adelante; Tamura intenta sonreír y entrelaza sus dedos con los de Yaguchi, sosteniendo su mano en un agarre flojo.
- ¿Estás seguro? - cuestiona, observando la unión de sus manos.
- ¿Tú lo estás? - las pupilas azules de Tamura se suavizan, esperando una respuesta.
- No lo sé...
- ¿Te sientes incómodo? - esta vez le da un ligero tirón para quedar frente a frente.
- No, realmente...
- Entonces, no es necesario pensarlo demasiado... - avanza un paso hasta quedar a medio centímetro de su rostro y se inclina para dejar un suave beso sobre sus labios.
No se siente como antes. Parte del deseo que les envolvía ha empezado a difuminarse y va dejando un vacío impasible; sin embargo, les resulta natural corresponderse, es algo que sus conciencias no han olvidado.
- ¿Qué va a pasar a partir de ahora? - la necesidad del cobrizo de tener todo bajo control es algo ineludible para ambos.
- Me gustaría tener una respuesta para ti, pero... mi cabeza es un caos ahora mismo...
- ¿Cómo se supone que debo comportarme?
- No pienses que algo va a asustarme a estas alturas, solo sé tú mismo... no importa lo que eso implica. Creo que en el pasado, pensamos demasiado las cosas y por eso no pudimos avanzar. Tal vez ahora, deberíamos ser un poco más arriesgados al respecto. ¿Aún hay algo que te detiene, Kyousuke? - sus ojos analizan el rostro del contrario, preparado para encontrar cualquier atisbo de mentira que se interponga en el camino.
- En realidad, estoy en ese punto en el que voy a tomar cualquier cosa que me des.
Sus palabras son simples y, para el gusto del mayor, parecen genuinas. Aprieta la mano del cobrizo, en un intento de transmitirle tranquilidad, ya que puede detectar una sombra de vergüenza cruzando sus pupilas. Es frágil cuando no está actuando, aunque, al mismo tiempo, también es terriblemente cruel y cínico. Tamura se pregunta si alguna vez podrá comprenderlo del todo. Yaguchi está tan fragmentado que puede ser cansado seguirle el ritmo y, a pesar de eso, no siente ganas de soltar la pequeña mano que se aferra a él.
- Entonces, sé bueno, ¿quieres? - presiona una de sus mejillas entre sus dedos. Su voz es profunda y dominante, a pesar de la ternura con la que acaricia su piel.
- Tanto como quieras... - los ojos dorados se sienten hipnotizados por el océano profundo que parece querer engullirlo como una tempestad.
El peliazul tuerce una sonrisa sugerente, dejando ver su colmillo. Yacchan se siente nostálgico, había extrañado esa expresión en el rostro del contrario. Su pecho se inflama cómodamente con una brisa de calidez y se para sobre la punta de sus pies para rozar sus labios contra esa sonrisa que tanto le fascina.
Tamura lo recibe al instante, deslizando la punta de su lengua por el labio inferior del menor, antes de morder suavemente y dejar una capa de humedad sobre la piel rosada. Yaguchi se inclina un poco más, ansioso por embriagarse con el calor masculino que emana del cuerpo ajeno. Necesita sentirlo dentro de su piel, escociendo cada célula hasta dejarlo exhausto.
- ¿Qué sucede? - se burla el peliazul, mientras sostiene el trasero del más pequeño con ambas manos.
- Tú sabes... - replica con las mejillas encendidas - desde hace tiempo que... te necesito... - un suspiro brusco escapa de su boca cuando siente la presión de los dedos ajenos.
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HERMOSA PESADILLA [YACCHAN ♡ TAMURA]
Fanfiction- ¿Qué mierda quieres de mí? - el cobrizo lo mira, destilando el odio más profundo que hay en su ser. - Todo - su respuesta es simple y, sin embargo, está llena de muchas cosas que no es capaz de decir con palabras. Quiere acercarse, pero sabe que...