|| 8

849 66 66
                                    

Yacchan se incorpora e intenta reconocer algo en medio de la oscuridad que limita su campo visual. Todo está en completa calma y el miedo se acrecienta. No quiere pensar que Tamura lo ha dejado solo, no encuentra una explicación para ello, a menos que... sacude la cabeza varias veces, no necesita esos pensamientos innecesarios dando vueltas en ese momento. Sale de la cama y procede a caminar con pasos cautelosos. Revisa el baño, la cocina, la sala, pero no lo encuentra; no logra vislumbrar ni un rastro de su presencia. Derrotado, se dirige hacia el balcón, siente que ahí adentro se sofoca y la náusea se instala en su garganta.

A la luz de la luna, que empieza a camuflarse con el amanecer, logra reconocer la figura del peliazul, quien se encuentra apoyado contra la baranda del balcón. Su corazón se agita con una emoción revitalizante, la cual le impulsa a deshacer la distancia que los separa. Cuando está a punto de hablar, aunque no tiene idea de lo que quiere decir, el mayor voltea ligeramente el rostro y sus miradas se cruzan por un par de segundos. Yacchan retoma su camino hasta llegar a su lado y se queda observando el cielo.

- ¿Te sientes mejor?

- Pensé que te habías ido...

Los dos hablan al mismo tiempo, pero Tamura es el único que observa el perfil del cobrizo. Su expresión luce decaída y su mirada, aunque no está dirigida hacia él, parece ensombrecida por un sentimiento de pesar, lo cual aviva la culpa que experimenta, ya que la sospecha de Yacchan no se encuentra lejos de la realidad.

Después de abrazarlo y de sentir que la respiración del menor se había relajado, indicando que por fin estaba dormido, Tamura experimentó una sensación de culpa y temor; no se supone que debería estar en esa situación, reviviendo sentimientos inútiles que nada tienen que ver con el presente.

Para el peliazul, a pesar de todo, la palabra amor va acompañada con el profundo compromiso de la lealtad, son términos indivisibles que alguna vez estuvieron enfocados en Yacchan, tanto así que pensó que nunca sería capaz de soltar su recuerdo y seguir adelante. Sin embargo, como todo en la vida, decidió aceptar que la relación que tanto añoraba no había sido más que la proyección de sus fantasías, una ilusión adolescente que se había terminado en un abrir y cerrar de ojos.

Las cosas son muy distintas ahora, se ha visto obligado a cambiar radicalmente con la única intención de poder regresar y ver a Yacchan de nuevo. Aunque no pudo dejarlo ir del todo, consiguió lidiar con sus sentimientos y sofocarlos hasta que dejó de sentirse asfixiado por ellos, hasta que se convirtieron en una especie de imagen difusa que apenas podía reconocer como un recuerdo lejano y estaba convencido de que tenían que seguir así; de lo contrario, no podría permanecer al lado del cobrizo para ser partícipe de su felicidad, aunque sea como un testigo secundario.

- Sí, ya estoy mejor... - responde Yaguchi, incapaz de soportar el silencio de la madrugada.

- Eso es bueno... me alegra que pudieras descansar un poco... - el peliazul ladea una suave sonrisa.

- Es muy temprano todavía...

- Deberías regresar a la cama, te despertaré en un par de horas...

- ¿Qué harás tú?

- Prepararé el desayuno... ¿se te antoja algo en especial?

- Yui... - el cobrizo frunce el ceño y aprieta el puño que tiene apoyado sobre la baranda. La actitud relajada de Tamura le incomoda, le hace sentir como si el pasado no valiera nada. ¿Debería sentirse feliz por eso? ¿Debería estar agradecido porque no lo odia, a pesar del daño que le hizo? Sí, debería. En lugar de eso, le duele pensar que lo ha superado al punto de que puede verlo a la cara con tanta normalidad. Odia que sus sentimientos sean tan volubles, se odia otra vez a sí mismo por no ser capaz de cambiar como lo ha hecho el mayor - ¿no te incomoda estar conmigo? Sé que no hemos hablado de lo que pasó antes, pero...

HERMOSA PESADILLA [YACCHAN ♡ TAMURA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora