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Mamá me llamó esa tarde para preguntarme si llegaría a casa antes de las ocho, pues tenía que salir, así que decidí invitar a los chicos a quedarse a dormir. Papá había ido con ella. Tenían reunión en mi colegio, tan solo esperaba que le dijeran que había subido mis notas, a pesar de que eso era imposible. Con Jungkook solo había aprendido que cada vez que sus ojos hacían contacto con la luz del día se volvían más claros de lo que son.

Mis amigos intentaban hacerme la ley del hielo; intentaban aparentar que estaban enojados conmigo. Excepto Jimin. El pensaba que la ley del hielo era la película "Era del hielo" y cada vez que les decía que no les servía esa ley conmigo reclamaba y preguntaba el porqué no me gustaba esa película.

La madre de Tae lo había regañado por perder la llave y le había tenido que dar otra. Y él estaba seguro que la habíamos perdido ese día en el que Jimin nos drogó.

Me puse a pensar en Jungkook. Nuevamente pensaba en él, no era posible. Yo era un completo idiota. Jungkook era un chico inteligente, era tierno. Y yo...

¿Cómo era yo? Para comenzar peleonero, ególatra, me gusta que las cosas se hagan a mi manera. Soltero no porque no quiera, sino porque nadie se acerca a mi. Pesado. Malhumorado.

¿Qué bueno podía encontrar en mi? Podía hacer reír a algunas personas. O me decían que era lindo, ¿era eso bueno? No podía ver algo bueno en mi, de un minuto para otro mi ego se lo habían tragado, y no había sido por haberle dicho a Jungkook perdón, lo cual admito me costó todo el camino a casa.

Pero de alguna manera, yo siempre había tenido todo en la palma de mi mano, sin pedirlo, sin darme cuenta. Hacía que las personas temblaran en mi presencia si quería y había creado una imagen de la cual hasta yo mismo envidiaría si no fuera mía, pero el problema era que las personas no veían detrás de esa máscara que llevaba puesta. Los únicos con los que podía mostrarme como realmente era, siempre fueron mis tres mejores amigos, aunque sea con un pijama entero de color rosado donde parezco un teletubbie. Y Jungkook, pero con él no me mostraba como era con mis amigos; ni con nadie. Es como si hubiera una manera especial para ser con él. Me daban ganas de pelear, pero solo porque era lindo verlo enojado y no porque tengo rabia dentro de mi.

Soy un desastre, uno de esos que empeoran, que se desordenan. Soy el desastre que escondes debajo de tu cama cuando ordenas tu habitación. La clase de desastre que puede ser tan usado como desechado. Y mientras más grande el desastre, más grande la cantidad de personas que piensan que es divertido, patéticos.

- ¿En qué piensas?- me preguntó Jimin entrando a la cocina mientras yo cocinaba palomitas y ellos veían películas.

- En nada- sonreí echando el paquete. Se recostó en la mesa con las manos hacia atrás y me miró levantando las cejas.

- No soy tan tonto como todo el mundo cree ¿sabes? Me doy cuenta de las cosas

Lo miré de reojo tapando la olla y luego me di completamente la vuelta para centrar toda mi atención en él.

- ¿En serio?- le pregunté - ¿te has dado cuenta de que uno más uno es dos?

- Eso nunca dio risa- dijo a la defensiva y luego tomó asiento en una silla- Pero me doy cuenta de lo mucho que miras a Jungkook últimamente- levantó ambas cejas. Reí nervioso y sentí como la sangre me subía a las mejillas; me di la vuelta mientras revisaba la olla para evitar su pregunta. Sin embargo, Jimin tenía razón en el fondo. Bien en el fondo. No era tan tonto como el mundo creía que era; a pesar de que demuestre siempre lo contrario. Simplemente no sabía donde se encontraba parado y no sabía distinguir entre nada ni nadie; pero Jimin siempre fue muy independiente- Se que no quieres contestar porque tengo razón...

- Basta, Jimin- lo interrumpí escuchando el ruido de las palomitas reventarse.- no miro a Jungkook de ninguna manera ¿si? es mi tutor nada más.

- ¿Y que sea tu tutor significa que es intocable?- alzó una ceja.

- No, pero no me gusta.

-Nunca dije eso- me miró. Di la vuelta, mis mejillas no podían delatar más mi nerviosismo. Le eché una mirada de reojo a mis dos amigos en el sillón y luego volví a fijar la mirada en Jimin.

- No dije que lo hicieras.

- Tampoco lo negaste mucho- tomó un pedazo de pan y se lo echó a la boca

- Será mejor que vayas, llevaré las palomitas enseguida..

- A mi no me mientes, te conozco de pequeños querido Yoongi

-Bien, querido Jimin ¿En qué, según tú, te miento?

-Sientes algo por ese, estuviste a punto de besarlo hoy, no lo niegues, los chicos me lo han dicho...

- ¿Qué?- pregunté confundido. Entonces ni siquiera se había dado cuenta de lo que había ocurrido.

- Si, que no lo haya visto no significa que no le crea a los chicos.

¿No era tan tonto como las personas creían? vale, era mi amigo, no debía decirle eso, pero... ¿en serio? Negué con la cabeza. Dios mío, ¡él estaba allí! Y no había estado a punto de besarlo, ¡maldición! solamente me había acercado a él.

- Eres un tarado Jimin.

- Lo sé- se encogió de hombros mientras caminaba hacía la puerta- Pero este tarado sabe algo que los otros dos tarados no saben- guiñó un ojo desapareciendo por completo. Maldije al cielo y luego saqué las palomitas con cuidado, sin prestar atención alguna a nada realmente.

Las cosas poco a poco se nublaban en mi mente. 

¿Y tú, crees en la magia?  𓆩*𓆪 𝐾𝑂𝑂𝐾𝐺𝐼 𓆩*𓆪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora