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No se que me había molestado más. Que Yoongi me deje como un idiota frente a esas personas, o el hecho de que crea que yo le podría decir feo alguna vez. Sentía sus pasos detrás de mi monótonos y continuos como si nunca se fueran a acabar.

¿Y yo? Pensé que de verdad se me declararía. Era un completo inepto. Eso que había dicho mientras estaba drogado era todo mentira. A él nunca le podría gustar alguien como yo. Descartaba todas— y cada una— de las posibilidades.

Sentí como su brazo me daba la vuelta, vaya que estaba molesto. Los chicos como Yoongi nunca son ignorados y ya me imagino como debe ser su primera vez: lamentable, tortuosa. A mi me dolía ignorarlo tanto como creía que a él le dolía que lo ignoren.

Se veía realmente molesto, su cabello estaba desordenado y su mochila estaba en su codo en vez de su hombro. Parecía un desastre, un hermoso, perfecto y divertido desastre que podía contagiar mi mundo de sonrisas puras o enojos puros. Lo miré sin aliento, no sabía cuándo ni cómo había pasado, pero hace rato que me traía de esa manera.

Pero no quería. Quería ignorarlo por más que me duela, porque en alguna parte de mi sabía que si seguía haciendo caso a esos ojos me pasaría como niños jugando con fuego. Sabes que no debes, sabes que algo malo pasará, ¿y que es lo que sucede después? Terminas quemándote y quieres buscar algo de agua para apagar todo, largarte, sanarte, pero solamente te ahogas.

—¡Te estoy hablando! Mírame cuando te hablo— reclamó enojado.

Negué con la cabeza mientras nuevamente me daba la vuelta y Yoongi nuevamente me agarraba del brazo; esta vez con más fuerza. Ni siquiera podía pedir perdón, era una palabra que en su diccionario no existía. No entendía como un ser humano podía ser tan caprichoso y la vez gustarme tanto. Él conseguía siempre todo lo que quería y era la persona a la cual no le tenía envidia por eso; al contrario, cada vez que lo veía mi mundo abría los ojos y sonreía.

Maldición. Sonaba como un maldito bobo; no podía evitar el pensar en Yoongi. Ya era algo que se estaba haciendo demasiado obvio. Mis hormonas funcionan por y para él.

—Te dije que me mires cuando hablamos...

—No estamos hablando, Yoongi— lo interrumpí, y se echó hacía atrás molesto— y esto no es una conversación, para eso se necesitan dos personas al igual que para pelear, así que deja de alterarte y ve a casa

— ¿Qué tal si no quiero? — lo miré confundido— Imagina si me pierdo... E imagina cuantas personas nos vieron salir del colegio hoy, ahora imagina lo que pensarán... ¿Qué me hiciste algo, tal vez? No creo que eso se vea muy bien en tu hoja de vida.

—Tu no harías eso— lo desafié. Pero sabía que era en vano. Yoongi sonrió triunfante.

Lo acompañé como era su deseo pero durante el trayecto nadie dijo nada. Me miraba como esperando que diga algo, pero yo mantenía la vista en frente como si no lo viera, cuando en realidad sentía sus ojos con fuerza sobre los míos. Una vez que se daba la vuelta lo miraba de reojo, a lo lejos, a lo largo. No quería ser obvio.

Se detuvo en frente de una casa que yo conocía. La había visto y había entrado. Los gritos desde afuera eran insoportables y me imaginé cómo debía ser el estar adentro. Gritos de hombres, como si fueran miles y al mismo tiempo como si fuera solo uno.

Entonces reconocí que era la casa de Taehyung... ¿Es que vivían juntos? ¿Eran algo más? Quizás era la razón por la que Yoongi se la pasaba ahí y por la que Taehyung ladraba antes de que toque la bocina.

Se dio la vuelta y me miró durante largos segundos, yo miraba al suelo. Tragué saliva sin darme cuenta y levanté la mirada; tenía una dulce sonrisa. Sus ojos se veían demasiado claros con la luz del día y se balanceaba atrás hacia delante sobre sus propios pies. Como para sacarle una foto y nunca volver a botarla.

¿Y tú, crees en la magia?  𓆩*𓆪 𝐾𝑂𝑂𝐾𝐺𝐼 𓆩*𓆪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora