El Infierno que no Conociste [Terminada]

36 ~ Iguales

P.O.V. Kale
Esto será más difícil de lo que creí...

Recuesto al humano en la cama y el solo llora con más fuerza, como si el mundo se le callera a pedazos...

Así estaba yo hace tanto tiempo...

Supongo que él no tendrá tanto como yo para superar ese dolor... una semana nunca será suficiente...

-Tranquilo, todo esta bien- le susurro abrazándole cuidadosamente.

-Nada va a estar bien!- él se aparta de mis brazos -Nada va a estarlo! Tu solo estas fingiendo! Pronto va a llegar Robert y mi amo me va a encontrar! No tienes idea de lo que va a hacerme! No sabes de lo que es capaz!-

No hay palabras para describir el miedo y la desesperación que gobernaban su alma...

-Dejame demostrarte que no es así- le digo suave -No todos los vampiros somos iguales-

-No me importa si no eres igual a ellos, no puedo creer que no lo seas! Tú no sabes nada de lo que pasado! No te importa! No finjas que comprendes algo! No eres más que una-

Y esa fue la gota que colmo la copa.

P.O.V. Yio
Kale es muy amable, cariñosa, atenta y consideraza, pero a veces sale aquel lado que no le gusta mostrar; aquel que saca colmillos y ojos inyectados en sangre furiosa, aquel lado que puede ejecutar a cualquiera sin un solo parpadeo o duda.

Y eso es lo que paso.

Kale en apenas un segundo estaba frente al humano, sujetando su quijada con una mano, cerrando su boca con demasiada fuerza. Su cuerpo apenas respondía a su razonamiento.

-no vuelvas a decir eso- dijo con aquella voz que marca una contundente pero nunca pronunciada amenaza. -Yo si se por lo que has pasado- dijo con su cuerpo relajarse, lento, el dolor era más que toda su rabia. El humano no fue capaz de decir nada, no contraatacó a ese burdo argumento, aunque su boca estaba libre, él la sentía sellada.

Se sentía como un cretino.

-Quiero contarte algo- digo con tono suave la vampireza, sentandose al borde de la cama. -Son pocos los vampiros que conservan sus memorias, muy pocos... yo fui una... desgraciadamente...- suspiro, mirando la pared. -Era esclava... hace tanto tiempo esas cosas eran normales... para experimentos sobre el cuerpo humano, para humanos que creían ser brujos... para dementes, sádicos y violadores... para todos los gustos, una adolescente para el mejor postor, para aquel que diera el mejor regalo o para el que fuese lo suficientemente fuerte... y nadie hacía nada.-

Los ojos de la mujer ahora no eran rojos, sino de un tono verde agua que se difumina con las lagrimas que se agolpaban entre sus parpados, como una túnica.

-Pasaba de mano en mano, fui sirvienta, esclava y prostituta. Me violaron inumerables veces, apenas recuerdo mas allá de lo que me hicieron. Hasta que un día simplemente vi la oportunidad de detener todo... había escapado y entre las sombras vi un sujeto, un vampiro alimentandose... le suplique que me matará... pero en su lugar me dio la vida eterna, un apetito insaciable y una descomunal fuerza...- miro al humano -cuando comprendí de lo que era capaz busque y mate a todos aquellos que me habían tocado, vendido y humillado... y aún así yo me sentía asquerosa, repulsiva... usada...- su voz se rompio. -Y a pesar de tantos siglos aún sigo llorando al recordarlo...-

El muchacho sintió su propio corazón romperse, ya creía que era imposible más daño, pero lo sintió...

Extendió su mano hacia la vampireza y limpio sus lágrimas, ella soltó una leve sonrisa, apenas perceptible por el dolor de su corazón cicatrizado.