¿Y ahora?

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*Narra Bri*

Estábamos tumbados en la cama de invitados mirando el techo. Aunque ninguno mirábamos el techo realmente, cada uno estaba pensando, divagando por su propio mundo.

Giré la cabeza para mirarle.

- ¿Recuerdas el día - su mirada se posó en mí - en el que nos encontramos bajo ese árbol?

Él asintió sonriendo.

- Tengo mi propia teoría - me miró esperando escucharla - por muchos kilómetros, mares u océanos que nos separen, el destino siempre volverá a unirnos - me sonrió acariciando mi mejilla.

- ¿Por qué?

- Porque todo está escrito entre las nubes y estrellas con tinta invisible y nuestros caminos están destinados a unirse - sentí sus cálidos labios sobre mi mejilla.

- Entonces por mucho que me separe de ti, voy a acabar siempre a tu lado, ¿no? - asentí envuelta en su cálido roce.

- Exactamente - luego volvió a mirar el techo mientras jugaba con mi mano.

Un pensamiento apareció en mi mente.

- Tomi me dijo que estaba enamorado de mí, al igual que tú - suspiré aliviada.

Necesitaba contárselo desde hace un largo tiempo.

Él no se movió y se limitó a responder con un simple:

- Lo sé.

Seguimos en silencio hasta que su mano se separó de la mía.

- Pero eres tú la que decide, eres tú la que comprende tus sentimientos, eres tú la que sabe a quién va a elegir - dijo sentándose a los pies de la cama.

Algo me decía que ya lo sabía, y otro algo que no quería admitirlo.

¿El por qué?

Estaba aterrorizada, totalmente aterrorizada.

- Ambos lo sabíamos, ¿sino por qué crees que nos pegamos? - me preguntó mirando hacia la ventana.

No dije nada porque no sabía cómo responder.

- Tengo miedo de herir el corazón de alguno de vosotros - me sinceré con él.

Se dio la vuelta y me miró con una intensidad de azul que solo sus ojos eran capaces de mostrar.

- ¿Por qué?

Suspiré pesadamente.

- Porque sé cómo duele - bajé la mirada.

El colchón se hundió y noté que una de sus manos me cogía del mentón y me levantaba la cabeza estando a la altura de su mirada.

- Brianna siento decirte que alguien va a salir herido, sea yo o sea él. Pero no puedes guiarte por el dolor de los demás, debes guiarte por esto - su índice señaló mi corazón - si realmente pones tu corazón en lo que crees, incluso si te haces vulnerable, cosas increíbles pueden y van a pasar.

Nunca le había escuchado hablar así y me di cuenta de que tenía razón.

- Me siento tan pequeña, inmadura e idiota a veces - suspiré y él volvió a sujetar mi mentón haciendo que nuestras miradas se cruzaran.

- Jamás vuelvas a repetir eso. Puedes sentirte así, pero créeme cuando te digo que esos tres adjetivos no te definen - me sonrió cálidamente.

- ¿Y cuáles me definen entonces? - le pregunté observando su sonrisa.

Se quedó pensativo y luego enumeró unos cuántos.

- Guapa, inteligente, cabezota, muy guapa, estudiosa, graciosa, muy muy guapa, sincera, paciente, demasiado guapa, segura, amable, quizás guapa es un adjetivo que no te hace justicia - no pude seguir escuchándole porque la risa pudo conmigo.

La música y la rivalidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora