La vuelta al instituto y el reencuentro

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*Narra Bri*

Cuando terminé de desayunar, mi padre y yo fuimos al garaje y nos montamos en el coche.

Me crucé de brazos, algo enfadada aún.

Mi padre me miró y me dijo:

- Pareces un bebé, hija - estreché los ojos.

- Pues no lo soy - repuse.

- Pero lo pareces - dijo sonriendo mientras arqueaba una ceja.

Se estaba burlando el muy gracioso.

- ¡Bri, Pablo esperad un momento! - escuche gritar a mi madre mientras corría hacia nosotros.

Me quedé observando la cara de mi padre, que en ese monento estaba entre la diversión y la confusión, y luego miré a mi madre, lo siguiente que hice fue empezar a reírme sin parar.

Mis padres me miraban y se miraban, me miraban y se miraban, cosa que me hizo reír aún más.

Intente parar un poco y le dije:

- Tenías... Teníais que haberos visto, ay, mamá corriendo y papá co... Con una cara de película - y empecé a reírme otra vez sin poder parar y mis padres se unieron.

Estaba segura que si alguien entraba en ese momento le pareceríamos unos locos.

- Está bien - intentaba decir mi madre mientras paramos poco a poco - Bri, cariño, venía corriendo porque no os he dicho adiós - dijo sonriéndome.

- Entonces adiós, Paula - dijo mi padre, y acto seguido, la besó apasionadamente.

Yo, por mi parte, aparte la mirada, no es que me diera asco, me encantaba ver que, aunque pasara el tiempo, ellos se amaban igual o incluso más que antes, pero delante de mí, de su hija, por Dios, ¿¡no había más sitios!?

Se separaron y los dos sonreían mientras se miraban, a veces parecían adolescentes enamorados y no mis padres.

Mi padre era un hombre apuesto y moreno, solo que sus ojos eran de un azul tan intenso como el mar. Mi madre también estaba en forma, era rubia con ojos verdes esmeralda. Tenía cosas de ambos, era morena y mis ojos eran verdes esmeralda, pero siempre me decían que me parecía más a mi padre.

- Adiós, cariño - me dijo mi madre con una sonrisa.

- Adiós, mamá - le dije mientras le daba un abrazo y un beso.

Mi padre miró su reloj y puso cara de pánico.

- ¡Quedan cinco minutos! - dijo mirándonos - Como llegue tarde el primer día de trabajo... - arrancó el coche y salimos del garaje mientras me despedía de mi madre con la mano.

Cuando mi padre empezó a conducir, me limité a mirar por la ventana.

Era verano aunque se notaba que el otoño estaba cerca.

Las hojas de los árboles ya empezaban a cambiar su color y a caerse, el calor ya no era tan intenso y las flores iban desapareciendo.

Sí, pronto llegaría el otoño, una de mis épocas favoritas.

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*Narra Bri*

Llegamos, casi tarde, pero por fin llegamos al instituto.

Le di un beso rápido a mi padre y antes de salir corriendo le dije:

- Buena suerte, intenta no llegar tarde, adiós papá.

- Igualmente hija - me sonrió.

Bajé y vi mi instituto por primera vez en tres meses.

Casi no había gente fuera, así que acelere mi paso.

La música y la rivalidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora