*Narra Bri*
Me desperté e intenté moverme pero sentí unos brazos abrazándome.
Una pequeña sonrisa se posó en mis labios.
Me siento protegida entre sus brazos, como si nada pudiera pasarme si él está a mi lado.
Tragué y dejé de sonreír.
No quiero enamorarme de él.
Cielo, es demasiado tarde, apareció esa vocecita.
Algo dentro de mí se removió y mis ojos se abrieron como platos.
Solo fueron unos besos y algunas caricias...
Las mejores de mundo, volvió esa vocecita.
Cállate, pensé enfadada.
Miré el rostro de Daniel. Estaba exactamente igual que hace unos segundos. Me acerqué a él y rocé mis labios contra los suyos, una corriente me recorrió. Noté que sus párpados se movían y me separé de él asustada. Entreabrió los ojos y me sonrió.
- Hola - me saludó con una voz increíblemente ronca.
- Hola - le sonreí observando sus claros ojos.
Me miró con una sonrisita traviesa.
- ¿Qué hacías tan cerca de mí, gatita?
Rodé los ojos.
- Eres tú el que me está abrazando.
- Esa no es una buena excusa - siguió sonriendo.
- No es una ex...
Alguien llamó a la puerta, alarmándonos.
- Bri, cariño, ¿estás bien? - preguntó mamá al otro lado de la puerta.
Intentó abrir, pero no pudo.
- ¿Bri? - volvió a preguntarme.
- Sí mamá, ya voy, espera - me levanté para hacer ruido e intentar que no nos escuchara.
Miré a Daniel con pánico.
- Rápido, debajo de la cama - le susurré.
- ¿Hay alguien contigo? - preguntó mamá al otro lado del pasillo impaciente.
El pánico era cada vez más potente.
- Rápido - le volví a susurrar casi a modo de súplica.
Me levanté, moví la colcha para hacer más ruido y fui a abrir la puerta.
- Hola mamá - dije bostezando y con los ojos entrecerrados.
- ¿Por qué estaba la puerta cerrada? - me miró seria.
Tranquilízate, solo va a ser una verdad a medias.
- No me di cuenta, ayer por la noche la cerré para que Daniel no me molestara mientras estudiaba - le sonreí soñolienta.
- Es un gran chico, siempre lo ha sido - le sonrió a la nada y volvió a mirarme - nosotros nos vamos ya, papá me está esperando abajo - me sonrió y cuando iba a darme un beso, se le cayó el estuche de sus gafas al suelo.
No, no, no, por favor, no te agaches, pensaba paralizada.
Pero se agachó y cuando pensé que todo estaba perdido, volvió a levantarse y me dio un beso.
- Hasta luego, cariño - me sonrió.
- Adiós mamá - le sonreí totalmente perdida.
Cerré la puerta y cuando sentí que el coche arrancaba, me agaché y no vi a nadie debajo de la cama.
ESTÁS LEYENDO
La música y la rivalidad
RomanceBrianna Collewe y Daniel McFare. Dos adolescentes que forman parte de dos grupos de música muy distintos. Se conocieron hace 5 años y desde entonces no se soportan. Bromas de muy mal gusto, insultos hirientes, miradas llenas de odio, gritos plagados...