Un caos tras otro

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*Narra Bri*

Llegamos a mi casa y nos quitamos los abrigos. Justo cuando abrí la boca para preguntarle a Dako que íbamos a hacer, sonó el timbre.

Fruncí el ceño y miré a Dako preguntándole con la mirada, ella se encogió de hombros y fui a abrir la puerta extrañada.

- Hola - escuché una voz familiar.

Le miré atónita viendo un atisbo de ojeras por debajo de sus ojos, la boca se me secó y me giré rápidamente para mirar a Dako con pánico. Ella me dedicó una media sonrisa y me guiñó un ojo. Me giré para volver a mirarle sin comprender nada. Me aclaré la garganta.

- Hola, ¿qué haces aquí? - me apoyé en la puerta para que no notara que estaba temblando.

Él miró a Dako y escuché los pasos de ella alejándose.

- Necesito hablar contigo, ¿puedo pasar? - me suplicó con la mirada - por favor - volvió a intentarlo.

Me aparté un poco y entró.

Cerré la puerta y me giré caminando hasta el salón, todavía temblando, para escuchar lo que tenía que decirme.

Se acercó a mí y di un paso atrás. Nuestras miradas se cruzaron y vislumbré miedo en su azulada mirada. 

- Hace tres semanas me di cuenta de algo, llevamos años discutiendo, tratándonos de la peor forma posible, pero ese primer beso que nos dimos me hizo sentir algo que no había sentido nunca - dejó de hablar buscando las palabras para seguir - Tú fuiste la única chica que tuvo el valor de enfrentarse a mí, la única que no salía de mi cabeza, la única por la que sentía algo muy fuerte - volvió a callarse buscando mi mirada y encontrándola - hace tres semanas me di cuenta que no era odio, que cada beso, cada roce, cada sonrisa o cada mirada tuya provocaba otro sentimiento en mí - tragó saliva, notaba que estaba nervioso y le costaba decirme lo que sentía - lo que quiero decir es que antes de darme cuenta de quién eras realmente, ya sabía lo que sentía hacia ti - su mirada se oscureció.

El silencio se acomodó por unos largos minutos entre nosotros. No sabía que decirle.

- ¿No vas a decir nada? - noté preocupación en su mirada.

¿Qué quieres que diga? ¿Qué estás loco y no te entiendo? ¿Qué no puedo creerlo? ¿Por qué no me lo dijiste antes?, me pregunté.

Clavé mis ojos en los suyos y suspiré buscando fuerzas para que saliera algún sonido de mi boca.

- ¿Qué es lo que sientes hacia mí? - le pregunté por fin mirándole fijamente a los ojos.

Estaba temblando y por mi cabeza pasaban miles de pensamientos. Se acercó a mí y me acarició la mejilla.

- Estoy locamente enamorado de ti, Briannna - esas seis palabras me dejaron sin respiración.

Me separé de él asustada.

- No, no, no, no - solo salía esa palabra de mi boca.

- Brianna, ¿no te das cuenta? Por eso estaba tan raro el último día antes de irnos, por eso me peleé con ese tal Tomás - apretó la mandíbula y siguió mirándome intentando predecir que iba a hacer a continuación.

- Tú y él… - entendí todo por fin.

¡Los dos están enamorados de mí! ¡Los dos me quieren! ¡Por eso se pelearon! ¡Oh Dios mío!

La realidad me cayó encima como un cubo de agua congelada. ¿Cómo ha pasado esto? ¿Qué siento por ellos?

Me senté de golpe en el sofá.

La música y la rivalidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora