Sentimientos extraños

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*Narra Dani*

Noté que se había dormido.

Quería despertarla porque sé que eso la molestaría.

Su cuerpo estaba relajado, la camiseta que llevaba se le había subido un poco, lo suficiente para ver la parte baja de su espalda. Un mechón le caía por la cara, me levanté de esa cama y me tumbé en la misma en la que dormía ella plácidamente. Le puse el mechón de pelo detrás de la oreja y me fijé en su rostro. Reflejaba tranquilidad, sus labios entreabiertos dejaban que su respiración fuera lenta.

Sentí la necesidad de tocarle y le acaricie la barbilla, ella sonrió en sueños contagiándome la sonrisa.

Es preciosa.

Cuando me di cuenta de lo que había pensado abrí mucho los ojos.

¿¡En qué estoy pensando!? ¡Odio a esta chica, se merece todo mi desprecio!

Iba a despertarla cuando movió su brazo, atrapándome. Eso me alarmó, mi pulso se aceleró, al igual que mi respiración.

Quería moverme, pero mi cuerpo no reaccionaba a mis órdenes, así que seguí observando como dormía.

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*Narra Bri*

Cuando empecé a despertarme sentí un brazo agarrándome.

Abrí los ojos de golpe y cuando confirmé mis sospechas los abrí todavía más.

Intenté salir de su agarre, pero al poco desistí. Lamentablemente era más fuerte que yo.

Me fijé en su marcada mandíbula, tenía un poquito de barba, le acaricie la mandíbula lentamente. La barba me hacía cosquillas en la punta de los dedos, eso me hizo sonreír. Su rostro mostraba serenidad, tenía pecas debajo de los ojos y en el puente de la nariz. Su pelo estaba despeinado como de costumbre.

Noté que mi corazón se aceleraba y me mordí el labio inferior.

Es tan guapo.

Procesé esas tres palabras hasta que me di cuenta de su significado.

¿¡Eso acabo de pensarlo yo!? Tengo que tomarme la temperatura, voy a buscar el termómetro.

Me incorporé tan rápido que no pensé en el brazo que me tenía atrapada y acabé en el suelo debajo de la persona a la que pertenecía ese brazo.

- Creo que no puedo imaginar una mejor forma de despertarme - dijo él aún soñoliento.

Le miré a los ojos y no supe descifrar si era ironía o lo decía de verdad.

- ¿Me explicas que hacías dormido en mi cama y abrazándome? - cambié de tema.

- La verdad es que esa no es tu cama - me desafió.

- Me da absolutamente igual de quien sea, tú no eres nadie para venir aquí y dormir conmigo, y por si fuera poco todo eso, vas y me abraz... - no pude acabar porque su dedo índice se posó en mi boca haciéndome callar.

Le miré directamente a los ojos. Eran más azules de lo habitual, más oscuros, mi respiración se aceleró, bajé los ojos a sus labios y me mordí el labio inferior.

No sé en qué momento desapareció su dedo de mi boca, ni en qué momento dejé de pensar.

Empezó a acortar la distancia que había entre nosotros. Sentí su mano acariciarme la mejilla, y de repente, sus labios estaban pegados a los míos. El ritmo era lento, abrasador. Sus labios estaban probando los míos, su lengua no tardó en aparecer y el ritmo se volvió rápido y desesperado. Nuestras lenguas se encontraban desesperadamente, ambos marcabamos el ritmo que era delicioso.

La música y la rivalidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora