-Comodidad-

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Contesto tras el primer tono de llamada.
-¡Horacio! Buenos días ¿Cómo lo llevas?-.
La respuesta del alfa fue inmediata y con un tono bastante animado.
-Buenos días, bien, cansado, siento como si me hubiesen lanzado de la plataforma de paracaidismos... sin paracaídas-.
Quedó encantado con la risa al otro lado del móvil.
-Algunos omegas tiene la mala suerte de tener que pasar por celos muy fuertes, pero te aseguro que el medicamento va a ayudarte-.
-Eso espero, esta mierda duele mucho-.
-Ayudará, también te ayudará el comer muy bien y de preferencia tomar bebidas calentitas-.
-Que ganas de un chocolate con leche para desayunar-.
-Te gustan los dulces-.
Rió algo apenado por el tono del doctor.
-Bastante-.
-¿Ese tema no te ya molestando? Muchos de mis pacientes tiende a presentar antojos durante sus celos-.
-Bueno unos pocos, pero Gustabo es muy flojo como para ponerse en pie y traerme algo, así que hago lo que puedo-.
-¿Gustabo?
-Es mi hermano, bueno no hermano, hermano, pero usted entiende-.
-¿Y está ayudándote?-.
-Bueno, hace lo que puede, ayer estuvo ayudándome a bajar la temperatura-.
-¿Ayudándote a bajar la temperatura?-.
El tono del alfa se había apagado ligeramente.
-Si, con trapos húmedos-.
-¿Que? ¿Por que no te ayudo...? Ya sabes-.
El ceño de Horacio se frunció confundido.
-No, creo que no entiendo-.
-Mmm... pues darte la ayuda que un alfa debe-.
-¡Oh!-.
Soltó una carcajada.
-Gustabo es un omega como yo...-.
Escucho el suspiro al otro lado de la línea.
-¿Estaba usted celoso?-.
-Bueno... ¿Puedes decirle a la de recepción que me deje pasar?-.
-¿Ammmm?-.
-Por favor-.
-Si, un segundo-.
Camino hacia la puerta y con el comunicador pidió a la mujer que dejase pasar al Doctor.
Extrañamente estaba relajado, no tenía miedo de que un alfa estuviese a punto de tocar a su puerta, El doctor muerte ya le había mostrado que tenía control y respeto por él.
Escucho los golpes en la puerta y sintió su corazón acelerarse.
-Horacio, está bien si no quieres abrir, pero quería dejarte algo-.
Sin pensarlo más abrió, topándose de frente con los ojos azules del alfa, llevaba una ropa casual, negra y en sus manos tenía dos vasos con el logo de una cafetería.
-Hola... te traje esto-.
Le tendió uno de los vasos, estaba caliente y al olerlo captó chocolate.
Sintió ganas de saltar a los brazos del alfa y agradecerle, pero se mantuvo normal.
-Gracias, en verdad tenía ganas de esto-.
-No es nada, hay que procurar tu comodidad en estos momentos-.
-Gracias... quiere... ¿pasar?-.
-Mmmm quizá primero debería ponerse algo de...-.
Señaló hacia el, dándose cuenta de que solo llevaba un short muy apretado y una camiseta vieja.
Sus mejillas se pusieron rojas y en un segundo cerró la puerta para correr a cambiar su ropa.

¡Si, superintendente!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora