-Sangre-

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Sentía frío y dolor en el cuerpo su cabeza punzaba y en la oscuridad todo le daba vueltas.

Abrió los ojos luchando contra el peso de sus párpados; luz roja y azul.
"¿Donde?"
Trato de mirar alrededor arrepintiéndose por e aumento en su dolor y mareo.
-¿Gustabo?-.
La voz sonó tan lejana.
Y oscuridad de nuevo.
"Duerme Gustabo, pogo se encarga del resto"
"Solo... no les hagas daño"
"Lo sé, pogo no hará daño a Horacio, como siempre"
"No, a ninguno"
"¿Gustabo teme de que su alfa salga herido?"
"Yo no tengo alfa"
"Pero Gustabo quisiera que ya sabes quien sea su alfa"
"Deja de decir estupideces"
"Pogo sabe todo... lo que Gustabo piensa y siente"
"Solo, no hagas desastres"
"Pogo no hará desastres"

Abrió los ojos, encontrándose en los brazos del hombre trajeado y máscara de calavera, rehuyó al contacto y de tiro hacia atrás para sacárselo de encima; fallando, el alfa lo tenía agarrado y cada vez se acercaba más a su cuello de donde el aroma dulce brotaba.
-Suelta a pogo, hijo puta-.
Siguió empujando al alfa que cada vez se ponía más agresivo tratando de alcanzar su cuello.
Dio un golpe firme a la sien, agrietando un poco la máscara de calavera y lanzando lejos al mayor.
Respiraba tratando de calmarse; siempre que Gustabo le dejaba salir era en bajo ese estado, para defenderlo de los alfas; así que tenía oportunidad de descargarse contra ese alfa de mierda.
Avanzó por el cuarto dejando un camino de humedad por el agua que aún escurría de su ropa, aunque su cuerpo algo débil dificultaba la tarea no se doblegó y empezó a impactar su pie contra el alfa aún aturdido en el suelo, buscaba llegar a las zonas vulnerables, solo quería verlo sangrar.
Paró al escuchar los pasos acercarse por el pasillo.
Miró hacia el hombre que los había traído ahí, la sonrisa se torció en su rostro.
Dio un paso hacia el, viendo como el otro se perdía en su propia confusión, pasó de largo y bajo las escaleras de la casa, dio frente a los betas quienes también mostraban la confusión en el rostro, alcanzó la puerta y solo hasta entonces un par reaccionaron, tratando de detenerlo; sin esfuerzo los dejó en el suelo y apresuró a salir.
Soltó todo el aire con emoción por su libertad, vio las luces de un auto acercarse.
"Perfecto"
"Recuerda que no podemos estar tanto en la calle"
"Si, si, si"
De un tirón lanzó a la mujer que conducía al pavimento y subió al auto.
Aceleró hacia la ciudad, se daría una vuelta por el lugar antes de hacer lo que Gustabo le pedía; encontrar un lugar seguro para pasar su celo, tenía una idea del lugar, pero primero algo de diversión para pogo.

¡Si, superintendente!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora