-¡Joder con la canela!-

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El viaje no había sido tan malo, el oficial torrente era todo un personaje y había amenizado el tramo hasta la comisaría; pero como siempre la suerte no estaba de su parte, cuando estaban por ser únicamente multados por torrente; quien había congeniado bien con ellos y había decidido sólo multarles por la conducción temeraria; apareció el, bueno primero fue el aroma a canela, tan fuerte que se sentía como un puñetazo, Gustabo sentía como si alguien le hubiera metido un par de varas de canela por la nariz; no pudo evitar estremecerse cuando el hombre entró a la recepción, incluso desde donde estaba sintió la vibración de su voz, tan fuerte y seria... Vaya tío.
Para llevar un mes en los Santos y no saber quién era ese alfa tenias que ser muy empanado, todos en la ciudad por muy nuevos que fueran sabían quien coño era ese tío, siempre de camisa, con la pistolera y el pantalón negro de traje, el superintendente se acercó a ellos y aún detrás de las gafas sentía como lo analizaba;anteriormente habían tenido un par de encuentros, llamadas a la policía por atracos cuando trabajaban de basureros o denuncias cuando se dedicaban al buceo.
-¿Ahora que?-.
-Nada superintendente, solo les voy a multar-.
-¿Que hicieron?-.
-Nada, conducción fuera del límite de velocidad-.
-Capullos, siempre están causando problemas-.
-Bueno... puede que ya no ¿se lo dices tú gustabo?-.
-Dilo tu, anda-.
-Suéltenlo ya-.
-Vamos a hacer las opos-.
-¡¿Como?!-.
-Si, de hecho ¿donde está el formulario para llenarlo-.
-Ustedes par de mariconettis ¿Se creen capaces de ser madero?-.
-¡Claro! ¿No ve lo fuerte que estoy?-.
-Fideos, sois un par de mariconettis que no pertenecen al cuerpo, les faltan cojones-.

¡Si, superintendente!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora