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Hyunjin abrió la puerta que separaba al gran balcón de la discoteca sin importarle los gritos de su amigo peliazul detrás suyo. Pero debido a que se desmayó hace unos momentos, sentía la cabeza darle vueltas por cada paso que daba. Su nariz picaba al sentir todos los aromas de las personas, sacándole uno que otro gruñido por la incomodidad. Pero había algo que lo dejaba inquieto, no podía distinguir el aroma a fresas de Jeongin.

Un dolor en el cuello lo atacó dificultandole la capacidad de respirar y la presión en su pecho volvió con más intensidad haciendo que su vista se volviera borrosa luego de unos minutos. Su cuerpo pesaba y de un momento a otro, las piernas le fallaron dejándolo caer al suelo.

El peliazul lo tomó de los brazos un poco asustado por el raro comportamiento del vampiro. Quedó sorprendido al ver a su amigo con una ligera capa de sudor respirando entrecortadamente, sus ojos estaban de un color dorado opaco mirando a un punto muerto como si les faltaran algo para volver a brillar en su totalidad.

"¿En dónde estoy?"

-Jeongin...

"¿Hyunjin?"

Jisung le miró preocupado, ¿acaso Hyunjin ya empezaba a delirar? Tenía que llevarlo afuera para que el aire fresco de la noche llegara a su cerebro. Intentó cargarlo, pero era demasiado pesado como para hacerlo solo. Por suerte, Minho llegó a tiempo para ayudar al peliazul. Él también estaba preocupado por el mal estado en el que se encontraba Hyunjin. En toda su vida, nunca lo había visto de esa manera.

Con la ayuda de ambos chicos, el pelinegro pudo caminar, pero aún no dejaba de sentir ese vacío dentro suyo que cada vez lo debilitaba más, era como si le hubieran arrebatado lo más importante que tenía en la vida.

"Tengo miedo..."

Simplemente sus piernas no dieron más y volvió a caer, pero no del todo por el agarre de sus amigos. Todo se volvió oscuro por unos segundos y pudo visualizar al castaño caminar siendo iluminado por la luna llena, estaba solo mirando a todos lados con temor de ser atrapado por alguien.

-Hyunjin, si te vuelves a desmayar juro que...

La expresión asustada de Jeongin fue lo último que pudo ver antes de perder la conciencia.

Seungmin había entendido todo al instante. Al principio le costó procesar lo visto, pero no era el momento para andar de preguntón. Tenía que apoyar en algo. Si ellos no eran humanos, daba igual.

Ambos rubios después de tanto tiempo se había reencontrado como lo prometieron, lamentablemente no fue de una agradable manera. Los dos andaban preocupados por sus amigos, pero el volver a verse los había puesto un poco mejor. Se sentían completos, era como si hubieran estado esperando la última pieza del rompecabezas toda su vida.

Felix se acercó al lobo abrazándolo fuertemente como si este fuera a desaparecer en cualquier momento, se escondió en su pecho mientras lloraba por todas las repentinas emociones. Dolor, tristeza, miedo, melancolía y alegría. Chris se sentía aliviado que el pecoso estuviera bien, su lobo aulló feliz de tener a su pareja con él y sin querer, empezó a liberar feromonas calmando al pecoso, quien ahora parecía un poco más relajado por el olor a coco que desprendía el mayor. Lo hacía sentir que no estaba solo, lo hacía sentir protegido. El rubio acarició los suaves cabellos del menor y dejó un pequeño beso en su frente.

Cuando Minho y Jisung llegaron con el cuerpo inconsciente del de lunar, el australiano mayor se acercó a ellos, preocupado. Recostaron el cuerpo de Hyunjin en una de las bancas pudiendo ver unas grandes ojeras marcadas bajo sus ojos y su piel se notaba mucho más pálida de lo normal. Sus labios estaban secos y entreabiertos, además, el ritmo de su respiración iba cada vez más lento.

-Tenemos que llevarlo a la manada.

Chris había leído unos cuantos libros sobre los vampiros, su padre le dijo que tenía que aprender sobre ellos si iba a pasar a ser el líder de la manada. Al ver el estado de su amigo, recordó uno en específico en el cual decía que un vampiro puede morir al sentir que su pareja se encontraba mal, pero eso solo sucedía cuando había un lazo, entonces ¿Hyunjin ya había formado un lazo con Jeongin? ¿Ya había mordido a Jeongin? ¿O la luna había hecho algo especial con la pareja? Tantas preguntas y el rubio no podía encontrar las respuestas a cada una de ellas.

Por otro lado, las mentes del castaño y del pelinegro estaban hechas un desastre. Ambos sufrían por dentro sintiendo que les faltaba la presencia del otro en sus vidas.

─★ vampire ! ˎ´-

Jeongin despertó con la respiración agitada, su cuerpo dolía a horrores al hacer el mínimo movimiento. Se sentó como pudo tanteando el suelo y miró a su alrededor, ¿en dónde estaba?

No podía recordar mucho, solo sabía que estaba en la discoteca con sus amigos disfrutando de la música y tomando una que otra bebida, pero nada más. Intentó levantarse de donde estaba sin éxito debido a las cadenas oxidadas que lo inmovilizaban en su lugar.

-Hola Jeongin.

El menor se tensó al escuchar esa voz.

Sehun abrió la reja que lo separaba del humano con una llave y se acercó a él con una sonrisa en el rostro que causó escalofríos en el contrario. Tomó a Jeongin del mentón quien rápidamente volteó la cara odiando el tacto de esa persona. Se sentía repugnante.

El vampiro solo rio, sabía que se divertiría.

La nariz del mayor chocó contra el cuello del castaño a la vez que un fuerte sonido de cadenas resonó en el lugar rompiendo el silencio que había. El menor quería alejarse, pero no podía moverse ni un poco. Sehun sonrió una vez más y con una de sus manos bajó la camisa del humano dando a mostrar sus marcadas clavículas, hizo un pequeño corte con su garras y lamió la herida deleitándose con el sabor de la deliciosa sangre.

-¡Aléjate!

Al intentar retroceder, Jeongin volvió a sentir la fuerte presión en sus muñecas y tobillos. Seguro se había quitado una delgada capa de piel, pero aunque fuera fina, no quitaba el ardor de la herida.

El pelinegro rio al ver el miedo en los ojos de su rehén. Eso solo había sido una pequeña bienvenida de lo que lo esperaba.

Sehun sacó de su bolsillo trasero del pantalón una jeringa y sin previo aviso, se la clavó en el cuello del castaño viendo como su expresión del rostro cambiaba a una de dolor.

Poco a poco el cuerpo del menor se iba debilitando y el sueño le iba ganando hasta dejarlo completamente en brazos de Morfeo.

Poco a poco el cuerpo del menor se iba debilitando y el sueño le iba ganando hasta dejarlo completamente en brazos de Morfeo

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