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Un pelirrojo se acercaba a una de las habitaciones del castillo y al abrir la puerta, encontró a dos chicos bien abrazados durmiendo tranquilamente, se veían completamente tiernos. Entró en silencio y retiró la bandeja que le había dejado a Hyunjin ayer para que comiera algo, pero no probó ni un bocado.

¿Cuando será el día en que este niño me haga caso? Pensó.

Faltaba poco para la noche de luna llena lo cual significaba que tenían que realizar la ceremonia vampírica en donde Hwang tomaría el mando junto a Jeongin. Pero había un pequeño problema, aún no sabían la decisión del castaño y preguntarle ahora no era la mejor opción debido a su estado.

Por otro lado, el pelinegro despertó primero embriagándose con el aroma a fresas del menor haciéndolo sonreír inconscientemente, colocó su mano en la hebras marrones de su pareja y dejó un pequeño beso en ellas. Su corazón latía feliz por tener a Jeongin con él y su lado territorial se sentía satisfecho al saber que el menor tenía una mezcla en su olor de chocolate, fresas y un poco de caramelo. Luego de unos minutos, el humano despertó sintiendo que se encontraba seguro, levantó su cabeza pudiendo ver un par de ojos negros puestos en él que le miraban con cariño.

—Buenos días, bebé. —esas palabras sonaron muy cálidas para el menor.—¿Te duele algo? ¿Tienes hambre? ¿Cómo te sientes? ¿Necesitas que...?

—Solo quiero que estemos así un rato más.

Volvió a acurrucarse en el pecho de Hyunjin y cerró los ojos disfrutando de la compañía del otro hasta que se escuchó un pequeño gruñido que rompió el silencio de la habitación haciendo que el pelinegro riera.

—Les diré que te hagan algo de comer. —el menor negó, no quería que se fuera.

—No tengo hambre. —mintió.

—Tu estómago dice lo contrario.

—No importa lo que diga mi estómago.

—Yang Jeongin, tienes que comer algo.

—Bien. —bufó.—Pero iré contigo.

Sin más, el mayor se levantó de la cama y ayudó a Jeongin a hacer lo mismo. Ambos se lavaron los dientes al igual que la cara. Iban a darse un baño, pero esa habitación no tenía toallas ni ropa. El pelinegro tenía que ir a la suya para conseguir lo que faltaba.

—Uh... ¿a dónde vas?

—Voy a traer toallas y ropa, no demoro. —cuando vio que el de lunar tenía la mano en la perilla de la puerta, entró en pánico.

—Jinnie espera... No me dejes solo, por favor...

Hyunjin volteó preocupado al escuchar la voz rota del castaño. Tenía unas cuantas lágrimas corriendo por sus mejillas y su cuerpo temblaba ligeramente. Se acercó a él atrapándolo en un abrazo hasta que Jeongin pudiera calmarse. Sin dudas, Hwang realmente odiaba a Sehun, tal vez debió haberlo torturado más.

—No pasa nada, bebé. —susurró mientras enredaba las hebras marrones en sus dedos.—Aquí nadie te hará daño... —dejó un beso en su frente y limpió las lágrimas de las mejillas contrarias.—Sube a mi espalda, iremos juntos.

El menor obedeció sin rechistar y trepó enredando sus piernas en la cintura de Hyunjin mientras que sus brazos los tenía rodeando el cuello contrario. Antes de salir, el mayor tomó el plato en donde se encontraban los caramelos y le tendió uno al chico en su espalda. Abrió la puerta y se dirigió a su habitación, decidieron asearse ahí porque ¿ya para qué volver?

Jeongin pasaba su nariz por la curvatura del cuello del pelinegro, disfrutando del aroma a chocolate que lo caracterizaba, haciendo que este sintiera un ligero cosquilleo mientras separaba la ropa que usarían. Luego, Hyunjin decidió dejar al pequeño en la cama para ir a preparar la bañera.

vampire; hyuninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora