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-Mina, es mejor que te lleves a nuestro hijo. -dijo, mirando a su pequeño bebé, dormido en la cuna.

-También va a necesitar una figura paterna, Vlad. -el enojo en la mujer estaba presente, pero el vampiro tenía que hacerlo. Todo era para el bien de ellos.

-Cariño... sabes muy bien lo que está pasando ahora, va a ser lo mejor. -él solo estaba preocupado por su familia.

-No quiero que t-te pase nada... -su esposa llena de lágrimas y con el corazón roto, abrazó a su esposo con temor de no volver a verlo.

Estaban cerca de un ataque de los antiguos y querían muerta a toda la familia heredera por obligarlos a vivir bajo reglas, en especial por querer hacerles convivir con los humanos.

Ellos se vengarían de todo.

Querían vivir sin ocultarse, y matarían a cualquiera que lo impidiese.

Los humanos eran presas para cazar, nada cambiaría su mentalidad.

-Mañana en la noche el carruaje estará listo para ustedes. -murmuró acariciando el suave cabello de su esposa.-Les conseguí una linda casa en el campo. Estarán bien y no les faltará nada. -se separaron un poco y posaron sus miradas en su pequeño hijo quien dormía plácidamente.-Tampoco debes hablarle de mi.

-Pero...

Toc toc.

-Adelante.

-Conde. -un vampiro pelirrojo entró a la habitación haciendo una perfecta reverencia.-Necesito hablar con usted, es importante.

-Enseguida voy, espérame en mi despacho. -el guardia dio media vuelta y regresó por donde vino, dejando a los dos adultos y a un lindo bebé en la habitación.

Cada vez la situación empeoraba, los antiguos varias veces intentaron atacar el castillo y en cada uno de esos atentados, se volvían más fuertes. Debían tener cuidado o todo se iría en picada.

-Después hablamos, amor. -el conde le dio un beso a su esposa y acarició la mejilla de su hijo para luego dirigirse a su despacho encontrándose con el pelirrojo en la entrada.

Sonrió sacando la llave de su bolsillo, le había dicho un montón de veces a su guardia que podía entrar sin su permiso. Vlad confiaba plenamente en él, era como su mano derecha.

-Lo siento, conde, pero no es lo correcto.

-Bien, siéntate y cuéntame lo que está pasando.

En la madrugada habían matado a cuatro de sus hombres que vigilaban el lado oeste del castillo. Taeyong se encontraba en el sur y cuando le pasaron la voz, ya había sido muy tarde. Encontró a todos muertos con estacas en sus pechos y las cabezas regadas por el suelo. En cualquier momento podrían atacar al castillo.

El conde resopló, frustrado.

-Mi grupo está bien entrenado. No le pasará nada a usted, ni a la luna roja y mucho menos al heredero.

-Eso te iba a mencionar... he decidido que mañana se irán del castillo. -Taeyong lo miró sorprendido.-Estarán en el campo, allí pasarán desapercibidos. Solo te pido que estén atentos a cualquier cosa que pase.

-De eso no se preocupe.

Al día siguiente, la luna roja con su hijo se fueron, llevándose consigo gran parte de la alegría del castillo. La familia era querida por todos y que ahora estuvieran separados, era triste.

-Prométeme que recibiré tu carta el día en el que pueda regresar. - suplicó, tomando el rostro del conde en sus manos.

-Lo prometo, cariño. -respondió, dándole un beso a su esposa.

vampire; hyuninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora