35||Adiós esperanza

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18 de noviembre de 1641

Era un día soleado con un excelente clima a pesar de estar cerca del invierno. Los pájaros cantaban y el viento reía con delicadeza indicando que el día era perfecto para hacer un gran convivio en el jardín, sin embargo, Mihriban Sultan estaba por lejos de creer eso.
Unos fuertes gritos provenían de los aposentos de la Haseki mientras Zeynep, Raziye y Defne esperaban afuera del lugar, deseando porque fuera una Sultana la que la mujer diera a luz y no un varón ya que eso complicaría sus planes. Por otra parte los hijos del Sultan y la Haseki se encontraban o en sus provincias o en los aposentos de Mahienver, esperando noticias ya que querían evitar un disturbio fuera de los aposentos de su madre para que así su hermano naciera con bien.

De pronto, los gritos cesaron y un llanto sonó por todo el lugar, provocando que el Sultan que estaba desde el primer minuto al pendiente de su esposa, sonriese y las mujeres que lo acompañaban se angustiaran y más al volver a escuchar otro grito por parte de Mihriban, dando por hecho que serían gemelos o mellizos. Gritos y más gritos se escucharon hasta que volvieron a cesar y otro llanto se escuchó.
Cihangir entró con emoción con su Haseki que se encontraba cargando a dos pequeños bebés, dejando intrigadas a las mujeres afuera del lugar.

—Ojalá y se mueran —murmuró Zeynep.

—Ojalá y se muera tu hijo, querida —le dijo Raziye.

Zeynep la miró molesta para después posar su mirada en la rubia más joven.

— ¿Tú no deberías de estar con tu esposo?

—No sino está en nuestro palacio, estúpida.

—Insolente.

—Insolente tu hija que se ve a escondidas con un hombre.

— ¿Qué?

Defne sonrió, victoriosa.
Zeynep optó por callar, no le servía de nada hablar.
El Sultan salió contento y junto a él apareció el eunuco encargado del harem y fiel sirviente de Mihriban.

—Ömer —le sonrió —. Manda a que tiren treinta cañonazos y que todo el mundo se entere que Olcay Rafat Sultan el şehzade Hafiz nacieron de Mihriban Sultan.

—Por supuesto, Sultan.

Las mujeres maldijeron por dentro pero con algo de esperanza ya que estaban seguras que ese niño nunca pisaría el trono pero tenía a la Haseki como su madre lo cual significaba peligro.

La noticia del nacimiento de los nuevos hijos del Sultan llegaron tan pronto a lugares lejanos que hasta el mismísimo İbrahim se enteró y entró en cólera, no obstante hubo lugares donde la noticia fue bien recibida como en el palacio de residencia del şehzade Selim que aún no le había informado la condición de embarazo de su prima al Sultan y mucho menos su hermano gemelo de nombre Burak avisó de la condición de su favorita que se encontraba en su segundo mes de gestación. Esos sólo eran pequeños secretos que no importaban porque la tormenta apenas llegaba.

Ese mismo día tres jóvenes şehzadesi de nombre Bayaceto, Cihan y Ahmed se reunieron en Manisa después de un largo tiempo para poder pasar tiempo como hermanos y amigos que eran.

Los tres hombres se quedaron de ver en la casa de uno de los hombres de confianza de Bayaceto, asegurando que no había peligro en el lugar.
El primero en llegar fue Bayaceto por la cercanía del lugar, el segundo Ahmed y por último Cihan. Al momento de estar todos juntos no dudaron en abrazarse extasiados por el amor que se tenían.

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