VEINTIUNO||Amor

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26 de enero, 1637

Una Sultana siempre tenía como deber ayudar a las demás personas, pero sólo pocas lo hacían de corazón como Mihriban. Mujeres igual que la mencionada se les apreciaba mucho en el imperio y no era secreto.

El carruaje se detuvo indicando que la esposa del Sultan había llegado a su destino.

—Llegamos —aseguró Ömer.

Mihriban asintió.

El agâ bajó del carruaje con su semblante serio para anunciarla.

— ¡Atención! —gritó llamado la atención de quienes esperaban a su Sultana — ¡Haseki Mihriban Sultan Hazretleri está aquí!

Todos desde niños hasta adultos hicieron reverencia ante la sola mención.

Mihriban salió del carruaje con la cabeza en alto. En cuanto las personas terminaron su reverencia y miraron a la Sultana, se sorprendieron por su belleza y porque no traía su velo. Los hombres bajaron la mirada con rapidez.

La Haseki Sultan sonrió puesto que las personas la respetaban y eso era un punto a su favor.

Ömer y ella caminaron entre las personas hasta adentrarse a la fundación donde grandes ollas de comida los esperaban. Mihriban se acomodó atrás de las ollas y sin esperar más comenzó a servir comida a la gente ya formada. Le gustaba hacer eso, incluso le recordaba su vida de antes donde su hermana y ella ayudaban a los demás dándoles comida aunque ellas no tuvieran qué comer.




✦ • ° *.

Fahriye miraba el paisaje por la ventana del carruaje mientras pensaba en su situación y el futuro, uno donde creía que ganaría.

Llegaré al viejo palacio y comenzaré a hacer alianzas con las Hatun's que perdieron a sus hijos cuando Cihangir luchaba por el trono. Será la única manera de ganar la guerra.

El carruaje se detuvo, llamando la atención de la Hatun puesto que aún no habían llegado a su destino

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El carruaje se detuvo, llamando la atención de la Hatun puesto que aún no habían llegado a su destino.

— ¿Qué ocurre? —preguntó en un grito.

Antes de que hubiera alguna respuesta, un hombre alto entró a donde estaba la mujer y asesinó a la odalisca que la acompaña.

— ¡Ah! —gritó Fahriye.

—En la guerra todo se vale, Hatun —dijo el hombre.

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