38||Venganza

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17 de febrero, 1658

Dos días habían transcurrido desde la llegada de los hijos del Sultan a Topkapi. Para algunos eso era bueno puesto que se podían alejar de los deberes para convivir con sus hermanos por algún tiempo mientras que para otros era algo doloroso ya que sólo pensaban en bellos momentos llenos de inocencia.

Cihangir, Mehmed y Alemşah se encontraban deambulando por los pasillos del palacio, haciéndose bromas unos a los otros entre risas y carcajadas cuando de pronto se toparon con el hijo de Rabia que por alguna extraña razón provocó cierta tensión en el lugar por el simple hecho de observar detenidamente al más joven de los hijos de Mihriban.

—Hola, Cihan —saludó Cihangir, notando la mirada del hombre.

—Hola, Cihangir —saludó sonriente —. Me enteré que tienes una provincia, me da mucho gusto por ello.

—Gracias. A mí me dijeron que haces un buen trabajo en tu provincia.

—Hago lo mejor que puedo.

Cihangir le sonrió.

— ¿Puedo saber el nombre de tus acompañantes?

—Me duele que no me recuerdes —bromeó Mehmed.

—Perdón pero sólo recuerdo rostros de niños pequeños.

—Siguen siendo unos niños pequeños —alegó Alemşah —. No han cambiado mucho.

Cihan rió.

— ¿Ya me dirán sus nombres?

—Yo soy Mehmed —dijo el castaño.

—Y yo Alemşah —habló el semejante de Ahmed.

—Los hijos de Mihriban Sultan.

—Esa misma —habló el mediano.

—Me alegra verlos, espero encontrarme más con ustedes.

—Nosotros igual —habló Cihangir.

—Con su permiso —dijo el mayor para después retirarse no sin antes mirar al menor de sus hermanos.

—Déjenme adivinar... ¿él era unido a Ahmed? —habló Alemşah cuando Cihan se marchó.

— ¿Tú qué crees? —preguntó Mehmed.

— ¿Que debo acostumbrarme a la mirada de desconocidos?

Los hombres rieron para después continuar su recorrido.

Por otro lado, yéndo con Cihan...
El mayor del Sultan caminaba por esos fríos pasillos que en algún momento irradiaban felicidad pero que se apagaron con la muerte de su hermano. De pronto, ocurrió lo que más estaba esquivando desde su llegada pero que al final sucedió.
Bayaceto y Cihan se hallaron frente a frente, deseosos de haber sido tres ante el encuentro.
Ambos no se veían desde la ocasión que se reunieron los tres cómplices ya que en el funeral del hijo de la Haseki se ignoraron por completo.

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