33 ||Peleas

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23 de marzo de 1641

Había una vez una hermosa princesa que vivía en un gran palacio donde conoció a su hombre amado, pero su amor era imposible. Ella se iba a casar con un hombre fiel al rey y su amado iría a la guerra. La princesa enfrentó a su padre que no aceptó el matrimonio a lo cual ella escapó con su hombre soñado.
Se cuenta que huyeron a Francia mientras otros afirman que fue a Bulgaria, pero donde hayan ido fueron felices.

Esa hermosa historia rodeaba la mente y el dulce corazón de la rosa de Zeynep que se encontraba pensando en aquel muchacho que robó su corazón de mil maneras sin siquiera planearlo. Aquel joven por el que daría todo, incluso su juventud.

—Gülbahar —la llamó la cálida voz de su madre.

Gülbahar detuvo su caminata por los pasillos, regresando a la realidad

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Gülbahar detuvo su caminata por los pasillos, regresando a la realidad.

—Madre —dijo haciéndole reverencia.

— ¿Por qué me haces reverencia? No lo hagas. Tú eres una Sultana, todos deben reverenciarse ante ti.

¿Cómo me pides eso cuando veo que nadie te respeta? Te amo y por eso lo hago.

—Sólo me gusta hacerlo —mintió.

— ¿En qué pensabas?

—En nada —volvió a mentir.

—Te conozco, cuéntame.

—No es importante. ¿Dónde está Mahmud?

Zeynep suspiró.

—En sus clases.

— ¿Por qué el suspiro?

—Temo por él.

—No debes preocuparte, Mihriban Sultan se encarga de su protección.

—Eso es mi miedo, que se aproveche de él.

— ¿A dónde quieres llegar con todo eso? —le preguntó sabiendo su punto.

—Tienes que casarte.

—No —sostuvo con rapidez.

—Hazlo por tu hermano.

—Dije que no, mamá.

La Sultana intentó contenerse de no gritarle por el amor que le tenía pero qué tal vez pronto terminaría.

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