36||Cisnes

563 29 38
                                    

10 de febrero 1658

El tiempo pasa y en algunas ocasiones las heridas más profundas sanan o bien se aprende a vivir con ellas.

Había transcurrido casi tres meses desde la noticia del fallecimiento del Şehzade Burak por heridas en el campo de batalla contra los griegos. Para algunas personas fue una declaración de guerra sin fin alguno mientras que para otros fue el fin de la guerra.

Topkapi se encontraba atareado desde hace tiempo puesto que las hijas de la Haseki Sultan se reunirían por un largo tiempo para darle la bienvenida a su hermana Häshämärshä quien regresaría al palacio debido a la muerte de su tía.

Un delicado golpe se escuchó en los aposentos de la Haseki Sultan, indicándole que sus bellos tesoros habían llegado.

—Adelante —sonrió.

La puerta se abrió, permitiéndole la entrada a sus hermosas hijas. Desde Mahienver hasta Olcay.

—Siéntense —pidió gustosa.

Las mujeres hicieron caso y se sentaron en unos cojines.
Mahienver, Handan y Sanavber de lado izquierdo y las demás de lado derecho.

—Mis queridas Sultanas —sonrió sin pensarlo — ¿Qué noticias traen para mí?

—Nada nuevo, madre —respondió Mahienver —. Cuido a Cihangir tal como me lo pediste y lo asesoro lo mejor que puedo.

—Escuché que se ha vuelto más cercano a Alemşah

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Escuché que se ha vuelto más cercano a Alemşah.

—Sí, Cihangir dice que le recuerda a nuestro querido Ahmed.

Mihriban asintió.

— ¿Qué más tienen para mí?

—Handan y yo escuchamos entre los sirvientes que el hijo menor de Raziye aún se niega a tener un harem —habló Sanavber — ¿No sabes la razón?

—Me temo que no pero a mi parecer es muy tonto el no tener un harem, sólo te quita poder.

—Al igual que Mehmed —comentó Handan.

—No sé qué hacer para que acepte tener uno, siempre se la vive librando batallas en nombre del Sultan.

— ¿Por qué no hablas con papá para que ya no lo envíe a más lugares? —le sugirió Olcay.

—Eso le corresponde a Gevherhan.

Gevherhan sonrió, satisfecha por el halago.

—Lo intentaré aunque también depende de nuestro hermano. Su corazón pertenece al campo de batalla.

—También deberíamos de hablar con Korkut —dijo Mahienver refiriéndose al amigo del difunto Ahmed.

—Es cierto. Desde que se conocieron hace 8 años en el campo de batalla son inseparables —dijo Olcay recordando las pláticas anteriores de sus hermanas.

IMPERIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora