07 de marzo, 1658
La bella provincia de Isparta era gobernada por un şehzade con pocas posibilidades de pisar el trono: Mahmud. Su nombre no era tan resonado como el de sus hermanos pero contaba con el apoyo de Mustafa, esposo de su hermana Gülbahar. Asimismo lograba crear conflicto cuando se lo proponía, como aquella vez que le hizo creer a Nehir que Gevherhan era la culpable de la muerte de su mejor amiga de la infancia.
Un suave golpe en la puerta de los aposentos del şehzade lo hizo reaccionar de sus pensamientos de su siguiente jugada. Él ordenó que entraran, encontrándose con Hülya Hatun, su única favorita y madre de su fallecida hija de nombre Bala. Ella le hizo una reverencia para posteriormente sentarse a lado del hombre.— ¿Qué haces aquí, Hatun?
—Vengo con malas noticias, şehzade.
— ¿Él bebé está bien?
La mujer negó, comenzando a llorar.
— ¿Ya cuántos son?
—Tres —murmuró entre lágrimas —. Lo siento tanto, şehzade. Usted merece un heredero.
—De igual modo no me sirve de nada, sino muere en tu vientre entonces lo hará a manos de uno de mis hermanos.
—Usted es fuerte.
—Pero no soy considerado digno para el trono. La única razón por la que sigo respirando es por la protección de Mustafa, y de tu sobrino, que es amigo de un paşa.
— ¿Puedo hacer algo por usted?
— ¿Qué tanto te gustaría arriesgarte?
—Lo que usted me pida.
—Bien, prepárate para ser mi testigo.
— ¿Por qué? ¿Qué hará?
—Ya lo hice —sonrió —. Hice una alianza con el mal para terminar con un enemigo en común y tú dirás que yo no tuve nada que ver porque me encontraba contigo.
— ¿Con quién se unirá?
—Hüseyin.
Hülya tragó saliva, temiendo por la vida del şehzade, que si bien no lo amaba, podía caer y la arrastraría con él.
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Olcay caminaba con entusiasmo por el patio de los hombres Sarmiento junto a Martín, el apuesto hijo de Lorenzo. En esos escasos días habían conseguido formar un vínculo de amigos puesto que ambos compartían el sentimiento de sentirse presos en sus respectivos imperios. La Sultana encontró un amigo con el cual compartir sus penas, cosa que le fascinó ya que no se sentiría tan sola.
—Hasta que los encuentro —sonrió Lorenzo.
— ¿Qué deseas, padre?
—Hay alguien en tu alcoba que quiere verte, viajó de muy lejos para estar a tu lado.
El joven lo miró con confusión.
—Anda, ve.
Martín hizo reverencia y después partió, dejando a su padre con la Sultana.

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IMPERIO
Historical FictionEllas luchan por un sólo objetivo: el imperio. Portada hecha por @ewonderland y Victoria Barquero Queda estrictamente prohibido el plagio o copia de esta obra. Todos los derechos reservados.