- Me da cosa verlo boluda. —le dije a Yovanna mientras me peinaba.
Tenemos que irnos a dar clases y tendré que ver a Dani de nuevo.
Éste fin de semana como no tuvimos que dar clases pude evitarlo, pero ahora no me queda otra opción.
- No va a pasar nada, podes sentarte con otra persona o sola. De todas formas te vamos a hablar por el grupo. —dijo Marta.
- Exacto, no tendrás porque sentirte sola.
- Es que también tengo clase con Mateo.
- ¿Y qué boluda? Estamos orgullosas de vos por lo que hiciste. —dijo Yovanna soltando una risita.
- Además cuando vea a Ribba le voy a meter un puñetazo para que se calme. —dijo Marta.
- Aún no me puedo creer que haya sido capaz de hacer eso. —les dije mientras metía los libros en la mochila.
- Yo tampoco, parecía tan enamorado. —dijo Marta.
- Eso no es amor, eso es que está loco. —dijo Yovanna.
- Probablemente lo está, pero no entiendo como ha llegado hasta ese punto.
- Es que le ardió el ojete al ver que no le dabas bola amiga. —dijo Marta.
- ¿Con Mateo qué pensas hacer? —me preguntó Yovanna.
- Es que no sé... Tengo ganas de seguir jugando con él pero...
- Pero también tenés miedo a quemarte. —continuó Marta.
- Sí, pero es que ésta vez me siento más fuerte que nunca.
- Mientras no se entere nadie todo bien. Intenta al menos hacer lo que sea que quieras hacer a escondidas ésta vez. —dijo Yovanna.
- Eso es lo que haré. Las quiero demasiado pelotudas.
Nos dimos un abrazo grupal y salí corriendo para ir a clases. Al entrar vi que Dani estaba sentado con la tal Silvia.
Dos ratas juntas, qué sorpresa.
Me senté sola en uno de los sitios de atrás y saqué mis cosas. Hablé un poco con mis amigas y guardé mi teléfono al ver que el profesor había entrado.
Para mi sorpresa Mateo entró después de él y cerró la puerta con cuidado. Tenía unas ojeras muy notables y era visible que estaba muy cansado.
Aunque seguía igual de fachero.
- ¡Buenos días! —nos saludó el señor Olivera y Mateo hizo lo mismo.
- ¡Buenos días! —dijimos todos a la vez.
La puerta se abrió y otro estudiante entró.
- Buenos días, ¿se puede? —preguntó apenado.
- Sí, pasa. ¿Cuál era tu nombre? —preguntó el profesor.
- Alex. Alex Mendoza. —le dijo éste sonriente.
- Puedes sentarte. —le dijo Mateo un poco cortante.
El único sitio libre era el que quedaba a mi lado, así que tenía que compartirlo sí o sí con él.
- Hola. —me saludó sonriente.
- Hola. —intenté forzar una sonrisa.
- ¿Cómo te llamas?
No por favor, un interrogatorio no.
- Paloma.
- Yo me llamo Alex. Encantado de conocerte. —me dio la mano.
Bueno, ahora que me fijo para un polvo no estaría nada mal.
- Silencio ahí atrás por favor. —dijo Mateo atravesándome con la mirada.
Puse los ojos en blanco y empecé a hacer dibujitos en el cuaderno para entretenerme.
Había dormido para el orto, así que estiré mis brazos y sin querer la cagué de nuevo.
- Perfecto señorita Ferrari, entonces desde hoy vas a estar a cargo de las distintas actividades culturales que se van a desarrollar en esta clase. —me dijo el señor Olivera.
¿Cómo?
Mateo me miró con una sonrisa burlona porque sabía que yo jamás hubiera querido algo así.
- ¡Un aplauso para la nueva jefa del concilio universitario! —dijo Mateo mirándome divertido.
Todos mis compañeros se dieron la vuelta para mirarme y empezaron a aplaudir, menos esos dos pelotudos.
- Entonces ésta misma tarde va a tener que estar presente en una reunión que vamos a hacer a las cinco. ¿Le parece bien señorita?
- Sí, supongo. —dije aún confundida.
Eso significa que Mateo también estará presente.
Vamos a ver si te vas a reír igual después de lo que voy a hacer hijo de puta.
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𝑷𝒂𝒍𝒐𝒎𝒂 𝑰𝑰; 𝑻𝒓𝒖𝒆𝒏𝒐
Teen FictionDonde Paloma vuelve a encontrarse con su ex profesor de matemáticas en la universidad.