19.

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AVISO - NO APTO PARA MENORES DE 18 AÑOS.

NARRA MATEO

La agarré fuerte del pelo llevándola a mi escritorio y empujándola para que cayera apoyada encima de él.

- Súbete la falda para que tu profe pueda ver bien esas bragas de encaje.

Llevó sus manos a su parte trasera y agarró los bordes de su falda, dejando al aire su culo bien definido.

Jugué un poquito con el borde de sus bragas bajo la atenta mirada de Paloma que esperaba mi siguiente movimiento.

Acaricié una de sus nalgas y finalmente le di una palmada que resonó en toda la habitación.

- ¿Cómo se siente Paloma?

- Bien señor, muy bien. —suspiró.

La agarré del pelo para levantarla pegando nuestros cuerpos de nuevo.

Llevé mi mano a su cuello para apretarlo y me acerqué a su oído.

- Dime por que te mereces éste castigo pequeña.

Me miró a los ojos detenidamente por unos segundos y se mordió el labio volviéndome completamente loco.

- Porque me he portado como una niña desobediente señor.

Solté su cuello y empecé a dejarle besos húmedos. Pasé mi lengua por toda su longitud, hasta llegar a su oreja y morder el lóbulo.

- Pídeme que te azote bebé.

Se echó un poco para atrás hasta que su culo se estampó contra mi miembro.

Sabía perfectamente todo lo que provocaba en mí, pero hoy no iba a ceder.

- Azótame, por favor papi.

Me fui hasta mi escritorio para sacar una regla que sabía que tenía guardada en el cajón.

- Agáchate de nuevo. Quiero que sujetes bien tu falda, y sobre todo, no te muevas.

- Sí señor.

Le di una vez no muy fuerte para que se acostumbrara y soltó un jadeo. La segunda vez fui más agresivo y soltó un grito.

- No te escucho. —le dije serio.

La agarré de nuevo del pelo y maldijo por lo bajo.

- ¿Cómo? Repítelo.

- Nada. —dijo evitando mi mirada.

Entonces agarré de nuevo mi cinturón y empecé a azotarla con brutalidad. Tenía los cachetes rojos, pero no pensaba parar.

- Para por favor, me duele mucho. —dijo Paloma mirándome por fin.

Tiré el cinturón y le di la vuelta, quedando cara a cara. Abrió las piernas y se acercó para besarme.

No quería hacerlo, pero no pude resistirme. Le di un beso lento que se fue intensificando hasta que nos quedamos sin aire.

- Dime lo que quieres bebé.

- Que me cojas duro por favor, papi. —me dijo mirándome a los ojos.

Saqué un forro que tenía guardado en el bolsillo y se lo di.

- Pónmelo.

Abrió el envoltorio y lo sacó. Me quité los pantalones y lo posicionó en la punta, deslizándolo lentamente mientras me apretaba la pija con firmeza.

- Ponte en cuatro.

Se subió con cuidado a mi escritorio y se quitó la falda. Se puso en cuatro como le había pedido, pero antes de que se quitara las bragas las agarré de un borde y las estiré hasta romperlas.

𝑷𝒂𝒍𝒐𝒎𝒂 𝑰𝑰; 𝑻𝒓𝒖𝒆𝒏𝒐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora