Manos alzadas.

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Fortaleced las manos débiles, asegurad las rodillas vacilantes.

Isaías 35:3

Antes no podía escribir sobre levantar las manos, ni siquiera podía levantar mi mirada, volví a mi niñez, un tanto anciana tuve que volver a ser una bebe, no se cuantas veces sea necesario para encontrarme con mi amado, tuve que perder el equilibrio para encontrar el centro de mi corazón. Sabia el amor tan profundo que le tengo a Dios, pero analizarlo y creerlo en mi mente era muy difícil, un sentimiento profundo junto a las inmensas dudas que rodaban por mi mente de ¿Estoy haciendo las cosas bien? como chica cristiana estas preguntas eran tan constante, tan presentes en mi estático andar en el delgado camino.

Gran desventaja tuve al reducir mi espíritu, cuestión que me engrosar mi carne y dificultaba mi entrada a la estrecha puerta. 

Pero esta noche es distinta, tan diferente como mis ojos han sido renovados, tan solo debía de reducir mi carne y alimentar el espíritu, tan solo menguar para que todas mis preguntas fueren contestada con un 

"Ya que eres precioso a mis ojos, digno de honra, y yo te amo. 

Isaías 43:5"

El camino es estrecho, jamás entraremos si la carne esta en la forma menos indicada, jamás me hubiese sentido suficiente sin antes no seguía en la permanencia de alimentar mi espíritu. 

No son mis acciones, son las de Dios, no son mis ganas, son las de Dios, no son mis gustos, son los de Dios, no es mi vida, es la de Dios. Es rendirme para encontrar la verdadera estabilidad, el rendir mi carne y tener esa cruz cargada es sinónimo de dolor, pero en Jesús es el acto que me lleva al perdón y la reconciliación con Dios. Es encontrar la libertad absoluta.

El diario de una inconstante.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora