De pronto te angustia, todo te llena de dolor, los pequeños detalles se vuelven gigantes y de pronto de la nada ya no estas junto a Dios, son caídas tan lentas y fugaces que sientes que pasan miles de años. Duele fallarle, y duele no amarle como él espera. Sientes que te cierras a la posibilidad de la fidelidad de un amor, hasta de una amistad. Sientes que ya no puedes más, y que tan solo necesitas respirar. No encuentras tu sitio y desde luego inicias a extrañarte, extrañar esas cosas extraña que solía hacer antes, mensajitos en las mañanas. ¡Estúpida sensibilidad que me hace entender que amo todo lo que hago con las personas! ¿Qué tal si Dios espera tanto de mí? Y yo tan poca cosa soy delante de él.
Que feo que mi quebranto no es porque le he sido infiel, sino, por esas cosas que lo aislaron de mi vida, repentinamente lo que solías hacer ya no tiene sentido, pues ya no está Jesús. Mi casa esta desierta y en completo desorden cuando no dejo pasar al mayor visitante, al único que dejo inspeccionar mis carencias para que él llene, llene estos vacíos tan grandes de mi corazón. Mi puerta está constantemente cerrada y la tinta de mi plumero ya casi agotada de tantas escrituras, escritos de mi alma, situaciones que vive el corazón.
¡Soledad, soledad! Ya no me abraces.
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El diario de una inconstante.
SpiritualeSiempre llega ese momento donde deja de llover dentro de ti, deja de ser una tormenta, dejas de ser una esclava de temores, dejas liberar tu mente, porque entiendes que el destino no cambia, los caminos... Seguirán siendo caminos, con sus maravillos...