Capítulo 0

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—Anda, yo sé que quieres.

—No, gracias.

—No puedes resistirte. Lo sé, te conozco bien.

—Ya te dije que no.

—¡Amargado! ¿No quieres ni un poquito?

—Mike, deja de insistir, solo vine a visitarte para pasar el rato y no aburrirme en casa. Además, sabes que acabo de salir de rehabilitación, no quiero volver a caer.

—No te hará daño si fumas un poquito de la que un día fue tu hierba favorita. —Extiende su brazo donde sostiene el porro de marihuana. 

—En verdad, no quiero —insisto y aparto su brazo. Hace una mueca de disgusto, pero lo ignoro por completo. 

Estoy recostado en un sofá viejo y al mismo tiempo escuchamos música mientras intento leer el periódico. Tengo esta costumbre desde que soy un niño, cada vez que encontraba uno lo tomaba y lo leía, al final contestaba el crucigrama o la sopa de letras, jamás el sudoku. Él me da un gesto de indiferencia y enciende el porro que hasta hace un momento me ofrecía. Se acomoda en el sofá individual que estaba en la bodega donde solíamos juntarnos antes hasta hace unos meses, cuando nuestra pandilla existía, le da una larga calada y deja salir una gran cantidad de humo hacia donde me encuentro. Trato de esparcir el olor, pero entra un poco a mis fosas nasales y eso me causa algo, como una sensación agradable. 

Admito que por momentos me siento débil y necesito de eso. Pero trato de resistir, no puedo volver a caer.

Me encuentro en lo que será por ahora su hogar temporal, ya que acaba de separarse de la madre de su hijo y ha decidido vivir solo. Bien, eso dice él, no quiere admitir que su ahora expareja lo echó con todo y sus pertenencias a la calle.

Desde que salí de ese lugar, de rehabilitación, ha estado enviándome mensajes para que nos veamos, ya que casi todos los de la pandilla se han ido del condado y solamente quedan unos pocos. Debo admitir que soy de las pocas personas que soportan a este sujeto, la mayor parte del tiempo es un impertinente cuando no se encuentra en sus cinco sentidos.

De acuerdo, siempre lo ha sido aunque esté bueno y sano. 

—Ya deja de fingir y toma un poco.

—Te he dicho que no. —Me levanté del sofá y arrojé el periódico a su regazo, me acerco a la ventana y veo la lluvia, desde que llegué el clima está así.

—No le veo nada nuevo al periódico, además, es viejo —menciona Mike mientras lo hojea—. Es del año pasado, no puede ser.

—Es obvio, te metiste a esta casa sin autorización de los dueños —respondo desde mi lugar—. Desde el año pasado que nadie la habita. Al menos hubieras limpiado, todo se ve sucio.

Seré tu perdición [Completa ✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora